La coautora del libro “Descubre la vacuna emocional”, Christine Lebriez, trabaja con el objetivo de ayudar a las personas. Se considera una aprendiz de la vida, y se caracteriza por esas ganas constantes de cultivarse, su adaptabilidad al cambio, su luz y energía.
Christine Lebriez nació en España, y tiene un recorrido admirable con una hermosa historia por contar que la convierte en un ejemplo de liderazgo femenino. Destaca por su sabiduría, bondad y sencillez al hablar. “Sueño con un mundo donde sólo importe la esencia de las personas, su alma. Donde la edad, el sexo, el color, la raza, la religión y la nacionalidad, no se vean. Que al mirar a la persona que se tiene enfrente, sólo se sienta su esencia, y lo demás, sean detalles de decoración, como vestimentas que se ponen y quitan”.
Comencemos por conocerte, cuéntanos ¿quién es Christine y que la inspira?
Soy una persona hecha a sí misma, luchadora y con una actitud de aprendizaje constante. Me inspiran las personas, la mente humana, el aprendizaje continuo y la admiración por la vida. Pero sobre todo “el cambio”, ver como las cosas están en continuo, incesante y eterno cambio, el ser humano, la sociedad, los años, los siglos. Adaptarse es una obligada ley humana.
¿Qué te motivó a especializarte en Recursos Humanos?
Mi pasión por las personas está en mis venas y es mi ADN. Pasé de ser una persona muy tímida, a exponerme y darme cuenta de que tenía una facilidad de conexión con las personas en general, en las empresas, en los negocios, con mis amigos y con gente nueva. Además, siento un gran placer al empatizar con los demás. Me inspira trabajar con mentes brillantes y sobre todo aprender “de y con los demás”.
¿Qué desafíos has enfrentado en tu carrera como mujer en un puesto de liderazgo?
Han sido múltiples, pero en general lo resumiría en una frase: “Llegar es importante, pero lo es más mantenerse”. Llegué a una posición de dirección con 26 años en un entorno masculino y con una posición directiva. Era muy joven y sin nada de experiencia, pero con actitud y pasión por lo que hacía. Pude, en este entorno, además en pleno cambio cultural y generacional, demostrar mi valía. Posteriormente la historia se ha repetido, en entornos como automoción, petróleo, logística donde la mujer no estaba tan presente. Sin embargo, he conseguido dejar una buena huella en liderazgo femenino, estoy orgullosa de ello.
¿Cómo definirías tu estilo de liderazgo y cómo ha evolucionado a lo largo de tu carrera?
Yo creo que mantengo básicamente el mismo estilo, es un estilo bastante participativo, reflexivo. Un estilo donde invitas a las personas a participar, donde el equipo hace más que las partes individuales por sí solas, y yo creo que veinte ojos ven mucho más que uno solo. Entonces siempre enfocado en ayudar a los demás, marcando directrices, objetivos. Lo definiría con una frase: “Mano de hierro en guante de seda”. Yo siempre he tenido el concepto de que en mi equipo, cada individuo en su área tiene que ser mejor que yo, soy una mujer de compartir conocimiento e información.
¿Cuáles son los desafíos en torno a la diversidad en espacios laborales?
Creo que luchar contra creencias erróneas y prejuicios que nos limitan. Las posturas cerradas que crean obstáculos, frenan el avance y la integración. Todo aquello que supone una traba o reparo. Aún queda gente con estrechez mental o intelectual, y esa cortedad es un desafío para todos los que tenemos visión más amplia y más versátil. Aunque nos guste o no, va a ser algo que por su propia inercia se va a imponer; el que no se adapte, no lo va a pasar muy bien y se quedará en el camino.
¿Cómo ves la diversidad en las organizaciones y cómo has percibido su evolución?
Se nos impone a veces un ritmo desde fuera, sino aun iríamos más lentos. Pero sin duda todavía queda velocidad que tomar para llegar a una integración aceptada de modo natural. Por eso no hay que parar, hemos de continuar. Indudablemente, desde que empecé a trabajar ha habido una evolución y las cosas se han ido abriendo mucho más, existe más flexibilidad y empatía en todos los sentidos, en edades, aptitudes, la diversidad es muy amplia, no sólo se trata del género.
¿Qué medidas has implementado a lo largo de tu carrera profesional para promover la diversidad y la inclusión en el lugar de trabajo?
Las medidas más efectivas son la práctica en el terreno. Una muy común y frecuente, con la que yo misma he tenido que luchar es la de la edad, como te decía antes yo empecé con 26 años, joven, mujer y tuve que aceptar qué edades dispares pueden, y deben, trabajar y convivir conjuntamente para ganar en riqueza intelectual. Para esto, los grupos mixtos de trabajo son de gran ayuda y además son palanca esencial para aceptar la diversidad. Cuando yo era muy joven ya trabajaba con gente que casi me duplicaba en edad, y ahora me encanta trabajar con gente más joven que yo. Ahí está la fertilidad y la opulencia de la diversidad. Ser versátil, estar abierto y ser flexible es una gran virtud para el mundo que está llegando. El que no lo integre no sobrevivirá, pues esto ya es un hecho.
Por otro lado, ¿cómo ha sido tu experiencia trabajando con equipos multiculturales a lo largo de tu carrera?
Las diferencias de culturas y razas es algo que me apasiona. Definitivamente, la mejor solución es crear grupos multiculturales, donde todo el mundo rema hacia un mismo objetivo sin importar ningún otro aspecto.
Y como no, la cuestión de hacer convivir distintas religiones en entornos de trabajo sin que nada se vea afectado. En este aspecto he vivido diferentes situaciones a lo largo de mi carrera profesional, muchas veces por intentar mantener posturas diferentes. La aceptación y el respeto se tornan fundamentales para la convivencia.
Además de la práctica en el terreno, hoy contamos con valores de empresa donde el primer punto es la diversidad. Se acompaña además de cursos, conferencias o seminarios, para que vaya calando en el entramado empresarial.
¿En qué te inspiraste para escribir vuestro libro “Descubre la vacuna emocional”?
La inspiración fue real porque esto surge en plena pandemia, donde empiezo a observar que las personas de distintos países y distintas nacionalidades, se encontraban en situaciones de miedo, de bloqueo, de angustia, de desesperanza, … es decir, todos pasaban por emociones muy similares. Esto me hizo pensar que el ser humano tiene en común esa serie de emociones, que cada uno las manifiesta de una manera o de otra y las soluciona en función de sus recursos o herramientas. Es un libro basado en historias reales, y no sirve solamente para la pandemia, sirve para diferentes situaciones difíciles de la vida, pretende ayudar a las personas en situaciones de alta tensión, donde la vida nos descoloca o nos trae sorpresas con las que no contábamos.