Virginia García Beaudoux es graduada de la Universidad de Buenos Aires, Doctora en Psicología, Especialista en comunicación y liderazgo con perspectiva de género, Consultora de organismos como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ONU mujeres, la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la OEA, el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria entre otros.
¿Qué te ha impulsado a trabajar por el liderazgo de las mujeres?
- Sí me preguntas específicamente en qué consiste el trabajo que hago, me dedico al asesoramiento en formación y consultoría en comunicación y liderazgo. Sí me preguntas qué me apasiona empoderar mujeres y jóvenes; sí me preguntas qué me motiva, lo que hace que me levante cada mañana con un enorme compromiso por las cosas que hago, que me ponga contenta pero que también me frustré y que vuelva a recuperar la esperanza, a no bajar los brazos es imaginar que dentro de poco podamos vivir en un mundo en el cual ninguna mujer, joven o niña tenga que pedir perdón por su vocación de lideresa, por ser ambiciosa o por atreverse a perseguir su sueño.
¿Qué soñabas de niña que ya has logrado?
- De niña soñaba con conocer el mundo, conocer muchísimas personas, formas de vida diferente, mi gran sueño ha sido viajar y visitar muchos países diversos. Me acuerdo de que una de mis actividades favoritas cuando era niña era abrir un mapa del mundo que tenía mi papá, desplegarlo en el piso de la sala e imaginarme los países a los que iba a viajar. Eso es algo que he logrado, gracias a mi trabajo he conocido a más de 3500 mujeres de todas partes, de países tan diversos como Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay, Argentina, Venezuela pero también de España, Suecia, Holanda, es decir, que he tenido la oportunidad de conocer realidades de mujeres muy distintas no como turista sino compartiendo con ellas las experiencias del día a día y qué significa trabajar como lideresa o política en todos esos países.
¿Cómo incluir la perspectiva de género en las acciones que empoderan a las mujeres?
- Lo que he encontrado que hacía falta en mi profesión, que lo he estado desarrollando en el intento por aportar algo diferencial es justamente la perspectiva de género, es decir, entender que las mujeres enfrentamos obstáculos diferentes, desafíos diferentes y que, por lo tanto, también necesitamos una mirada y herramientas de comunicación y liderazgo diferentes para poder superar esos obstáculos.
Ser mujer no garantiza que tengas perspectiva de género, de hecho, hay hombres que son muy conscientes de los obstáculos que enfrentamos y mujeres que no.
Entonces en mí caso personal fue todo un aprendizaje, hace 20, 30 años si me preguntaban ¿qué pensaba de las cuotas? no estaba a favor, pero ahora yo soy la primera convencida del valor de las cuotas como una herramienta, porque las mujeres jugamos en una cancha desigual, una cancha que está inclinada en contra. Esta es la idea que me llevó a escribir el libro ¿Quién teme al poder de las mujeres? Bailar hacia atrás con tacones altos, justamente para hablar de esto, nos dicen que las mujeres compiten en los mismos escenarios y la verdad es que lo hacemos con condiciones mucho más desfavorables.
Sabemos que la participación de las mujeres en roles de liderazgo tanto en la política como en lo organizacional es muy baja. ¿Cuáles considera son los desafíos que enfrentan las mujeres para ascender a esas posiciones?
- Considero que estos desafíos tienen que ver con derribar ciertas estructuras de cristal que existen dentro de las organizaciones.
Por empezar los techos de cristal que son esos límites invisibles, pero efectivos que hacen que las mujeres no puedan pasar de la parte media de la pirámide organizacional a las posiciones de dirección, estas no son las únicas piezas de cristalería que hay que romper.
Están las paredes de cristal donde solo consideran a las mujeres aptas para liderar ciertas áreas. Por ejemplo, sí miramos cómo se posicionan las ministras en el mundo, la mayoría se encuentran en salud, en educación, en infancia, en género, en familia, pocas mujeres, en economía, en defensa, tecnología; el estereotipo que existe acerca de nosotras hace que, aunque lleguemos y rompamos el techo muchas veces seamos encasilladas dentro de estas paredes de cristal que no nos permiten movernos hacia otras posiciones que también quizás nos interesaría ocupar.
Podemos encontrar los laberintos de cristal porque sabemos que a una mujer en comparación con un hombre le lleva mucho más tiempo alcanzar una posición de liderazgo, que son muchos más los caminos que tiene que recorrer y los obstáculos que tiene que sortear.
Están los precipicios de cristal que son estas trampas que a veces nos ponen a las mujeres en el liderazgo cuando nos ofrecen una posición cuando ya se ha probado todo y nada ha funcionado, ahí es donde llaman una mujer “porque bueno probemos el último recurso”.
Otra barrera muy importante que hay que modificar que no es de cristal son los suelos pegajosos que tienen que ver con la falta de leyes y de políticas públicas que alienten la corresponsabilidad doméstica. Por ejemplo, la falta de buenas licencias por paternidad, hacen que las mujeres tengan muchas más dificultades porque están adheridas a estas tareas domésticas y de cuidado, que vuelven costoso insertarse en igualdad de condiciones en el mercado laboral.
En una entrevista citabas “las mujeres a lo largo de toda América Latina lo que cuentan es que nadie confía en el liderazgo de las mujeres”. ¿Por qué crees que esto pasa y sólo pasa en LATAM?
- Cuando pensamos en liderazgo automáticamente hay un sesgo inconsciente que nos hace pensar en varón, es decir, culturalmente hemos equiparado el liderazgo con aquellas características o atributos precisados arbitrariamente como masculinos, tales como la fortaleza, la racionalidad, la capacidad de planificar. Cuando tenemos que definir el liderazgo lo hacemos mediante una superposición casi perfecta con esas atribuciones que pensamos masculinas. Asimismo, definimos a las mujeres asociadas a la pasividad y la cooperación. Por lo tanto, cuando una mujer se atreve de alguna manera a liderar lo que está haciendo es desafiar lo que psicología llamamos una prescripción de rol que es justamente esta idea de que el liderazgo es algo natural en los varones y no lo es en las mujeres. Ese es uno de los principales desafíos. Vencer el sesgo que asocia a los hombres con el mundo público y a las mujeres con él mundo privado.
¿De qué manera los medios de comunicación y las redes sociales suman a estos estereotipos que limitan a las mujeres ascender a los puestos de poder?
- Los medios de comunicación y las redes sociales tienen un rol muy importante en la reproducción y mantenimiento de sesgos de género. Además, utilizan dobles estándares para referirse a la actividad pública de los hombres y de las mujeres.
- Por otro lado, hay pocas mujeres visibilizadas como editoras, columnistas y también a pesar de que las mujeres representan el 55% de las personas que se están graduando de las universidades, son muy pocas las expertas que se citan, pues se tienden a buscar hombres.
Según el reporte Who makes the news, de las fuentes consultadas por los periodistas en América Latina, apenas el 27% son mujeres. Existe una iniciativa creada por GK y ONU Mujeres que ofrece un Directorio Latinoamericano de mujeres especialistas en distintos ámbitos del conocimiento llamado “Voces Expertas”. Conoce más https://vocesexpertas.gk.city/directorio
Todavía no hay un país donde se haya logrado la equidad de género ¿cómo ves esto actualmente?
- El informe de World Economic Forum 2020 indica que faltan más de 99 años para la equidad. En la actualidad solamente el 30% de los puestos de investigación del mundo están liderados por mujeres, apenas el 20% de las posiciones de liderazgo en la industria tecnológica están ocupadas por mujeres, el 75% de los presidentes y directivos de las compañías que cotizan en la bolsa europeas son hombres. En el 2019 había solamente 24 mujeres en el ranking Fortune 500, es decir, creo que los datos son contundentes y hablan por sí solos de la desigualdad y del tiempo que va a llevar a revertir eso.
Finalmente, un consejo que te dieron que no darías.
- Alguna vez me dijeron que era mejor para las mujeres mantener un perfil bajo y creo que es muy mal consejo. De hecho, hoy digo todo lo contrario, no tengan miedo de mostrar sus logros y procesos. Otro consejo que me dieron fue cuando te decidas a hacer, no te equivoques y yo creo que hay que equivocarse; creo que la vida es ensayo y error que aprendemos del error que no tiene nada de malo equivocarse y que las mujeres nos tenemos que sacar de encima la presión por ser perfectas.
Ping Pong
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