¿A qué mundo nos enfrentamos ahora que hemos vuelto? En la fracción que a mi me toca observar nos percibo conectados a la desconexión humana, qué paradoja, noto que las personas difícilmente sabemos estar solamente con nuestra presencia, es como si el teléfono nos atrajese para entrar en contacto con el. Se vive un tipo de crisis de abstinencia si por algún motivo nos toca experimentar la distancia de nuestro celular, supuestamente el aislamiento que vivimos por la pandemia nos llevó a la consciencia de la importancia del contacto y el genuino encuentro humano, y curiosamente hoy que hemos vuelto a encontrarnos “cara a cara” resulta retador que solo exista el que esta físicamente presente.
En este encuentro, muchas veces después de que una persona comparte algo casi como si fuera en piloto automático toma su celular siendo incapaz de quedarse en su totalidad a escuchar lo que el otro tiene para continuar creando la conversación, la mayoría de estas distracciones son debidas a acciones compulsivas y no a necesidades reales, como por ejemplo hacer scroll en las redes sociales. ¿Qué hacer ante esto? primero ser consciente cada que tomo el celular, de acuerdo al libro Make Time, una persona promedio toca el celular 2617 veces al día, y esto para múltiples acciones como ver el reloj aunque lo haya consultado dos minutos atrás, y es ahí donde aparece esa enajenación que nos hace cada vez menos capaces de encontrarnos humanamente, entendiendo esto como la capacidad de conectar con el otro.
Una vez que me doy cuenta de esto, es importante dejar de practicar este rally diario de estar permanentemente ocupado en la acción para experimentar la sensación de importancia generada por la dopamina cada vez que avanzamos en una tarea, no se trata de generar una vida donde estemos sin presencia con quienes nos importan, para en algún momento del año tomar unas vacaciones para la “desconexión”, y decirnos, cómo requería un espacio de este tipo, sino lograr que esos espacios vacacionales sean una recarga de energía que complemente los espacios diarios de presencia, algunas sugerencias que seguramente has escuchado y que con gran probabilidad no llevas a cabo son:
- Define tus espacios sagrados, esos en lo que no estás disponible para interrupciones, puede ser tu espacio de comida, conversaciones importantes o simplemente un respiro.
- Cuando llegues a casa deja el celular lejos de ti, asigna espacios para las personas y dales la importancia que le darías a una junta con tu líder
- Asigna un espacio para reflexionar al final del día, ¿quién fui hoy?, ¿me resulta agradable mi compañía?
- Y si eres más valiente, te invito a desinstalar de tu celular las aplicaciones que más tiempo te roban.
Vivimos en un país donde somos los número uno en burnout, según los datos de la OMS (2022) ocho de cada diez colaboradores lo padecen, y esto tiene que ver con el estar permanentemente haciendo, en palabras de Bertrand Russell «Uno de los síntomas de que se acerca una crisis nerviosa es la creencia de que tu trabajo es tremendamente importante.”, y ésta nos lleva a pensar que necesitamos estar disponibles veinticuatro siete en el teléfono o el correo , y probablemente lo único que estamos haciendo es escapar de una vida que tiene que ser sentida, contactada y disfrutada, y definitivamente eso no va a suceder a través de una pantalla.
Disfrutemos de esta pausa decembrina, lejos de ese espejo negro que nos llena de falsos reflejos, para así dar el mayor regalo que le podemos brindar al otro: una presencia total, viviendo lo real y creando verdaderas memorias para el corazón.