La tecnología avanza y es inevitable preguntarnos acerca de su alcance y, por qué no, cuestionarnos sobre el lugar que ocupa en nuestras vidas. Para averiguarlo, tuvimos la oportunidad de entrevistar a dos referentes de la industria tecnológica, Fredi Vivas, ingeniero en Sistemas de la Información y CEO de Rocking Data, y Joan Cwaik, licenciado en Gestión de Medios y Entretenimiento y gerente de Marketing para Latinoamérica en Maytronics. Ambos, autores de “¿Cómo piensan las máquinas?” y “El Dilema humano”, respectivamente.
Para entender un poco mejor en qué lugar de la historia estamos parados, señalaremos que el prólogo del libro de Fredi Vivas fue escrito íntegramente con un modelo de inteligencia artificial (IA). “Lo hice para tangibilizar el poder que hoy tiene la IA y las tareas que habilita en este momento. Con inteligencia artificial podemos escribir ensayos, generar contenido de todo tipo y, entre muchas posibilidades, predecir cuántos pacientes llegarán a un hospital con gripe dentro de quince días o detectar, automáticamente, una operación fraudulenta con una tarjeta de crédito. En el futuro, vamos a plantearnos ¿cómo hacíamos esto antes sin inteligencia artificial?”, explica Fredi.
¿Crees que existe algún riesgo que no estemos anticipando al que nos podemos enfrentar como sociedad respecto a estos avances tecnológicos?
La mejor forma de gestionar y de evitar esos riesgos es dándolos a conocer y no poniéndolos por debajo de la alfombra, sino arriba de la mesa. Estamos frente a una tecnología muy poderosa. No podemos hacer solamente foco en las oportunidades sin conocer los riesgos. Pero que el árbol no nos tape el bosque: si usamos bien esta tecnología podemos revolucionar el mundo en que vivimos. Y ya lo estamos haciendo.
Uno de estos riesgos, concretamente, es que cuando usamos inteligencia artificial y ciencia de datos creamos modelos para que las máquinas puedan entender el mundo, y este puede ser un proceso que replique y, peor aún, amplifique errores humanos.
Estos modelos pueden ser más precisos y veraces que nuestra propia manera de analizar cómo funciona el mundo. Estamos recurriendo a máquinas que “piensan” de una manera diferente, calculan más rápido y encuentran patrones que serían imposibles de descubrir de otra manera, aunque a veces no sepamos explicar cómo lo consiguen.
Pienso que este trabajo que estamos haciendo los que construimos IA está generando más y más conversación sobre sesgos a la hora de interactuar con sistemas, no solo de inteligencia artificial, sino también donde las decisiones las toman humanos. Como usuarios buscamos cada vez mayor transparencia en cualquier gestión, exista un algoritmo de por medio o no. Por eso, el objetivo principal tiene que ser diseñar mecanismos de toma de decisiones inteligentes centrados en los humanos.
En este contexto y dada la infinita complejidad de un sistema de valores humanos, es necesario que la inteligencia artificial sea dotada de valores y principios, esto, sin duda, es responsabilidad de los humanos que construimos estas tecnologías, comprendiendo las implicaciones morales y éticas de nuestro trabajo.
¿Algún consejo que creas importante dedicarles a nuestros lectores respecto al futuro tecnológico que nos espera?
Todo gran cambio tecnológico genera, no solamente emoción y entusiasmo, sino también miedo y ansiedad. Miedo a que la tecnología nos reemplace, a no poder adaptarnos a una forma nueva de hacer las cosas. O, simplemente, rechazo a lo desconocido. Hace poco una persona en una entrevista me dijo “le tengo miedo a los algoritmos”. Ese miedo es completamente normal y entendible. Y la mejor forma de superarlo es conociendo cómo funciona la inteligencia artificial.
Y, quizás, ese miedo es un problema de enfoque. Muchas veces solemos pensar cómo puede la tecnología perjudicar a los seres humanos, en vez de pensar en qué puede la IA ayudar a los humanos y cómo humanos e IA pueden complementarse. Por ejemplo, considerar cómo las máquinas pueden ayudarnos en tareas pesadas, peligrosas, poco higiénicas y que requieren acción repetitiva. O cómo los humanos podemos complementar a las máquinas cuando hablemos de tareas que requieran de altos niveles de intuición, emocionalidad o sensibilidad cultural.
Por otro lado, pienso que la mejor forma de “combatir” las barreras culturales es con la divulgación. Explicando la IA, no como algo técnico y complejo a lo que solo pueden acceder algunos pocos, sino como algo sencillo y cercano. Por eso en mi libro, “¿Cómo piensan las máquinas?”, busco romper ciertos mitos sobre la relación humanos-inteligencia artificial.
En tanto, Joan Cwaik también nos habló acerca del choque que existe entre la tecnología y la humanidad y las tensiones que causan estos avances que nos interpelan como sociedad. “Necesitamos empezar encontrar grises, ni hacer una apología de la tecnología ni demonizarla. Hay quienes dicen que la tecnología es como un cuasi Dios que puede salvarlo todo y otros que opinan que la tecnología nos va a terminar desplazando y que nos va a dejar desempleados”.
En la presentación de tu libro “El dilema humano” mencionaste que eres optimista con respecto al avance de la tecnología, pero crees que todo tiene sus límites y debemos encontrarlos. ¿Logras vivir en ese equilibrio con la tecnología? ¿Cómo lo haces? En algún punto, ¿te preocupa hasta dónde puede “invadirnos”?
Creo que se trata de una búsqueda constante del equilibrio, personalmente, lo hago a través de actividades que me alejan un poco de la tecnología. La verdad, sí me preocupa y me ocupa el tema, por eso me ocupo socialmente, trato de explicarlo a través de mi rol como divulgador tecnológico, en mis clases académicas, a través de mis redes sociales. Pero opino que todos tiene sus límites y, en esos límites, hay que empezar a buscar un equilibrio.
Has sugerido que la tecnología ofrece oportunidades, descentraliza, propone un abanico de oportunidades para crecer y crear. ¿Qué le dirías a los jóvenes que te siguen y que no saben cómo empezar, pero que tienen muchas ideas?
La verdad es que la tecnología nos propone una oportunidad maravillosa para acceder a todo lo que nos propongamos, nos brinda la posibilidad de producir, de experimentar. A los jóvenes les diría que experimenten, que prueben, que descubran. Hoy en día el costo para probar se redujo muchísimo. Les diría también que se afiancen a la idea de la reinvención constante, ya no es más válida la idea de estudiar una carrera, recibirse y conformarse con eso, debemos tener la capacidad de reinventarnos constantemente y ser resilientes para para seguir desarrollando.
Puedes revivir aquí el lanzamiento de “¿Cómo piensan las máquinas?” y “El Dilema Humano” de Fredi Vivas y Joan Cwaik.