“… abandonarme silenciosamente abrazado a mis rodillas, flotando en el agua salada, percibiendo en sus ondulaciones cómo se acerca la espuma efervescente hasta impactarme con su oxígeno…” (Milton Vargas, Poesía de verano)
Podemos estar de acuerdo en que el futuro es eso que aún no ocurrió y, de todo lo que puede ocurrir, el futuro es, efectivamente, aquello que va a pasar.
Existe una dimensión multipersonal del futuro en función de lo que devendrá a millones de individualidades, cada una interesada en una parte de eso que viene llegando y espera. Visualizo ese futuro como un gigantesco diamante infinitamente facetado que, a media que se acerca a nuestro presente, sus caras se van abriendo y separando, viajando algunas más rápidamente que otras, y volviendo a multiplicarse para llegar como un año nuevo diacrónico y ecléctico a cada ser. Este es el futuro individual que suena su música íntimamente en cada earphone.
Algunos cristales de futuro, en ocasiones, son un poco más grandes, con una temática que abarca a más individuos, incluso a regiones o países y hasta continentes. A veces, ese futuro se vuelve global e impacta en todos, es común a los miles de millones de seres, y esos cristales que viajaban a distintas velocidades se alinean en un único muro absoluto y nos pregunta si podremos atravesarlo.
Esta pregunta necesita una respuesta adaptativa de la especie. La respuesta, o la falta de ella, cambia todo para siempre.
Disrupción es el legado de la respuesta adaptativa prevaleciente a la pregunta del futuro global, que genera en nuestra humanidad una nueva marca, modificando nuestra personalidad y comportamiento colectivo.
Si bien algunos acontecimientos son ciertamente indescifrables, me reconforta saber que existen nodos de observación que, como un telescopio astronómico, nos permite anticipar lo que aún no termina de ocurrir, dándonos la posibilidad de innovar en respuestas adaptativas que anticipan la disrupción y nos preparan para el cambio. Son esos GPS de un territorio sin rutas.
En nuestra curva exponencial permanente, donde los unicornios de tecnología y tecnología aplicada a negocios tradicionales florecen como margaritas en primavera, es necesario poder anticiparnos a los movimientos y percibir las ondulaciones en el agua, mirar por el Hubble la explosión solar que llegará a nuestro mundo, analizar su impacto y transformación y brindar las respuestas.
En términos terrenales me refiero a la gran renuncia pospandemia, al replanteo del sistema del dinero a través de las monedas no fiduciarias, a las decisiones basadas en datos en people analytics y la democratización del acceso a herramientas de machine learning y predicción, al cambio en los modelos de consumo y el business experience, el desembarco de computadoras cuánticas para acelerar procesos, políticas en el uso de los datos personales, multiempleo world wide, las competencias del futuro y el liderazgo adaptado al people experience. Los metaversos y las posibilidades del AR y VR como espacios inmersivos que expanden nuestra realidad interdigital.
Todos estos vectores aceleran el tobogán invertido hacia la punta del unicornio, creando nuevas compañías que lideran el mercado global, imponiendo nuevas formas, culturas y necesidades.
Como lector encuentro en Rocking Talent ese nodo donde los más destacados astrónomos del futuro, desde diversos centros de observación, relatan las próximas olas, invitándome a la metamorfosis de una adaptación continua que responda las preguntas del futuro global.
Juan Bigioni | COO de PDA International