Campeona mundial en 2002 y medallista olímpica con la Selección Argentina de hockey sobre césped, Magui Aicega fue una adelantada del liderazgo femenino. “Somos mujeres y estamos generando una revolución”, nunca lo pensamos así, no teníamos noción de lo que “estábamos generando en ese momento”. Hoy sigue marcando camino como periodista deportiva en TNT Sports: “Hay más aceptación de la mujer, pero todavía falta”.
María Magdalena Aicega nació con un palo de hockey en la mano. Suena exagerado, pero casi. Cuando tenía 7 años la llevaron sus papás a Belgrano Athletic, y en esa época, además de hockey, jugaba al tenis, al cricket, a cualquier cosa. Pero al hockey no lo cambiaba por nada. Hace no mucho tiempo, dejó las canchas. Hoy sigue entrenando “como si saliera a jugar. Lo llevo adentro, no existe otra manera de hacerlo”. Tiene 49 años, y una presencia que atrae la mirada de todos los presentes en la oficina, cuando ingresa, vestida como deportista porque claro, viene de entrenar. Siempre con una sonrisa. Atrae. La vuelven a mirar. Pero más atrae cuando empieza a hablar y a contar su historia.
Su historia de 16 años vistiendo la Camiseta de la Selección Argentina de hockey sobre césped. Debutó en el seleccionado junior en 1992 (“jamás voy a olvidar el día que vestí la celeste y blanca por primera vez”) y se retiró en 2008, después de volver a subir al podio en los Juegos Olímpicos de Beijing. Antes, en el medio y después, también trabajó, estudió y se recibió de Licenciada en Nutrición, se casó, tuvo tres hijos, hace surf y esquí, dejó la nutrición y empezó a trabajar como periodista deportiva (está por recibirse), es comentarista en TNT Sports, hace radio todas las mañanas en la Rock&Pop, … y podríamos seguir. Mujer que deja huella a donde pisa. “El líder tiene que entender la misión de cada uno, transmitirla y hacer sentir a todas importantes”.
Tu vida es como un libro, con muchos capítulos, todos exitosos. ¿Cómo te definirías a vos misma?
Me defino positiva, a veces parece que todo es color de rosa, pero no es así, aunque yo siempre trato de ver el lado positivo de las cosas. De todo lo que me pasa, veo el vaso medio lleno. Tengo salud, mis hijos sanos, quizás hay cosas que me gustaría que estén mejor, pero lo que tengo me motiva para estar bien, para ir para adelante.
Empecemos por el final, ¿cómo fue tu entrada al periodismo deportivo?
Ya en el Mundial de 2002, mientras yo estaba jugando con las Leonas, ESPN me contrató para mostrar la intimidad del equipo, era la primera vez que se veía eso, no había redes sociales, nada de nada. Hacíamos notas, boludeábamos y veíamos todo desde adentro. Salimos campeonas en ese Mundial y ¡menos mal! Porque si no el técnico me iba a matar. Después hice programas de TyC Sports, en verano, muchas cosas relacionadas con el deporte. Pero yo seguía trabajando de lo mío, de nutricionista, hasta que un día me di cuenta de que estaba más contenta cuando iba a la radio, cuando transmitía fútbol, que cuando iba al consultorio.
Casi no había mujeres en ese momento trabajando con el fútbol…
Yo fui toda mi vida fui a la cancha a ver a River, siempre me gustó el fútbol. Pero antes las mujeres no teníamos cabida… hasta que un día se empezaron a abrir las puertas. Antes era impensado que una mujer esté en el fútbol… estaba solo Ángela (Lerena) que presentaba fútbol. Cuando me llamaron para TNT Sports, dije “quiero esto”. Era para estar en un programa, pero después dejé de jugar y también empecé a estar en las transmisiones los fines de semana.
¿Te ayudó ser “Magui” Aicega para que te aceptaran de entrada?
Sí, absolutamente sí., porque yo no les competía a ellos. Yo entré con mi experiencia de deportista -que no me lo saca nadie-, y trabajo con muchos que ya me habían hecho un montón de notas. Hoy estamos en la misma vereda, pero antes era “el” periodista y “la” deportista. Yo tengo una visión que el periodista no la va a tener, ni mejor ni peor, es distinta. Nunca me voy a poder sacar 100 por ciento la deportista que llevo adentro. Y a veces soy más subjetiva, algo que al periodista no le pasa. Por eso somos un buen complemento. Ser una Leona me abrió la puerta, pero el resto me lo gané yo. Y también siento que es mayor responsabilidad: Por ejemplo, si un hombre se equivoca el nombre de un futbolista, no le van a decir nada. Si una mujer se equivoca, le dicen “sos una burra”. Yo trabajo más, me preparo para ser la mejor en todo lo que hago.
¿Y ves una evolución, una aceptación, hoy de la mujer en el fútbol?
Creo que sí, pero hay lugares que cuestan. En el fútbol argentino, todo es difícil. Acá somos mucho más criticados, en Europa por ejemplo son más abiertos, más adelantados. Cada vez hay más aceptación, pero falta, es tiempo. Y no hay que poner gente por poner, hay que poner a los mejores, no importa el género. Pero tienen que existir las mismas oportunidades para todos.
“EL LIDERAZGO VIENE EN EL ADN»
¿Siempre te consideraste líder o cuando te eligieron capitana de Las Leonas, tus propias compañeras?
En ese momento no me consideraba una líder, pero sé que el grupo de las chicas en la Selección me eligió como tal. Creo que fue porque era positiva. Hay deportistas como Lucha Aymar, y Messi que son dotados, los mejores del mundo, pero trabajan todos los días como si fueran los peores. Yo también trabajé siempre como si fuera la peor, pero sin estar dotada. Siempre fui para adelante, sin bajar los brazos, y el rol del líder es entender qué rol tiene cada uno, y sacar lo mejor para el bien del equipo. No hay roles mejores ni peores, son roles distintos. Mi misión era entender el rol de cada una… yo con 300 partidos internacionales no le podía pedir a Carlita Rebecchi, que recién debutaba, en una final contra Holanda: “Ponete el equipo al hombro que yo me corro toda la cancha”. Era al revés. Las más grandes nos ponemos el equipo al hombro, y ustedes no paren de correr. El líder tiene que entender la misión de cada uno, transmitirla y hacer sentir a todas importantes para que el equipo vaya para arriba.
¿El liderazgo viene en el ADN o se aprende?
Yo creo que el liderazgo viene en el ADN, pero que hay que saber escuchar. Nosotras teníamos un equipo con personalidades muy fuertes, Lucha Aymar, Mariana González Oliva, Mechi Margalot, Cecilia Rognoni, Vanina Oneto, Mariela Antoniska… cualquiera podía ser capitana, más allá de que me votaron a mí. Pero yo no podía decirle a ninguna de ellas que no hable, tuve que ser inteligente, y escuchar. Yo no era la dueña de un equipo, yo era capitana de un grupo. Y tenía que sacarle lo mejor a cada una… y hubiese sido la primera en dar un paso al costado si no lo hubiese logrado.
Las Leonas fueron como las primeras mujeres empoderadas… sin saberlo, ¿hablaban de esto en el vestuario?
No, para nada. Para nosotras nuestra ídola era Gaby Sabatini, no teníamos esa consciencia de “somos mujeres y estamos generando una revolución”. No teníamos competencia contra alguien, queríamos que a los chicos les vaya bien, pero nosotras siempre tuvimos mucha fuerza, fue algo muy natural. Cuando empezó todo lo del empoderamiento, yo siempre sentí que lo había vivido 20 años antes. Sí lo sentí en mi lugar de trabajo, pero desde la mujer en sí, ya lo habíamos vivido. Fuimos súper respetadas, pero no éramos conscientes, estábamos en “Narnia” …
Lo mismo con el tema de la inclusión, ¿no?
Siempre lo tuvimos incorporado, había mucha confianza entre nosotras. La que era gay, en ese momento no le copaba que se supiera afuera, porque era otra realidad, mucho de eso no se hablaba, pero entre nosotras era natural. Por suerte hoy se abrió más y la gente vive más libremente.
Ustedes fueron además profesionales, sin serlo… el hockey era y sigue siendo amateur y ustedes lo vivieron como profesionales.
En nuestra camada se conjugó todo, ese cuerpo técnico, esa camada de jugadores… como las camadas del básquet, Los Pumas 2017… todo se dio para que un equipo salga campeón. En nuestra cabeza solo existía una palabra: ganar. Nunca nos íbamos de ese foco.
3 medallas olímpicas, 1 copa del mundo (plata y bronce también) y 5 podios en Champion´s Trophy. Estuviste 16 años representando a la Argentina. ¿Qué sentís que Magui Aicega le transmitió a la Argentina?
Esa camiseta no la volví a usar, hoy me pongo la de Messi. Creo que dejamos un mensaje: “Lo que te proponés, lo podés lograr”. Con nosotras la gente se sintió identificada. Sin apoyo, sin infraestructura, sin tecnología, pero con sacrificio, ganas, esfuerzo, humildad, con esos valores y mucho trabajo, fuimos campeonas del mundo. 3), Indiana (11) y Luca (7), también son fans de este deporte.
Tenés 3 hijos, Rocco (13 años), Indiana (11) y Luca (7), ¿cómo conjugás tu rol de madre con estas generaciones?
Ellos me enseñan las cosas de los hicos de hoy, lo que les interesa… pero siempre les digo algo: pueden cambiar los gustos de música, la tecnología, pero lo que no va a cambiar nunca son los valores. Y el respeto es siempre el mismo. El no, es no. Soy muy estricta para que sepan los límites, les doy las herramientas.
¿Con qué mundo soñás? ¿Qué cambios te gustaría ver en los próximos años, sobre todo en el liderazgo femenino?
Yo soy de la idea de que todos tengan las mismas posibilidades. No cupos. Si hay 40 puestos, que todos tengan las mismas oportunidades, más allá del género, que estén los mejores preparados. Yo me entrené en un seleccionado a donde están las mejores, y dentro de eso, cada una se preparaba para ser la mejor: no importa el género, no importa el cupo, de donde sea, tienen que estar las mejores.
¿Qué le dirías hoy, a la Magui de hace 23 años, que luchaba como una Leona sin saber todo lo que iba a lograr?
(silencio y se emociona) … Le diría que está bien lo que está haciendo: “Seguí luchando, seguí por ese camino”.