Malena Philpotts es directora de MPH Partners y vive cada día con un propósito muy claro: impactar positivamente para encontrar maneras más conscientes de vivir.
«Hoy, a los 42 años, puedo afirmar que esa joven de 20 años que se postuló en ‘Axialent’ tenía un sueño y una visión soñadora. Me siento afortunada y privilegiada por poder vivir ese sueño, desplegar mi potencial y contribuir a la humanidad mientras formo mi familia y experimento una maternidad plenamente conectada en el presente». Estas son las palabras de esta soñadora amante del baile y los viajes, una mujer cuyo viaje personal y profesional es una crónica fascinante que comenzó en Buenos Aires y la llevó a explorar múltiples culturas, y cuestionar profundamente la conciencia humana.
Cuéntanos, ¿cómo comenzó tu historia al emprender ese viaje personal y profesional?
Desde pequeña estuve inmersa en entornos multiculturales. Nací en Buenos Aires, pero debido al trabajo de mi padre, nos trasladamos a Londres cuando yo tenía 3 años. Esa experiencia de choque cultural dejó una huella en mí, volvimos cuando tenía 4 años y medio, y recuerdo mirar a mi madre y comentarle: ¡Qué raro cómo hablan acá! Esa experiencia me llevó a comprender que existen múltiples sistemas culturales a través de los cuales los seres humanos se comunican. Con el tiempo, cuando fui creciendo, desarrollé un profundo interés en la Segunda Guerra Mundial, y en cómo el pensamiento, el adoctrinamiento y las ideas consumidas por la mente humana pueden llevar a comportamientos radicales. Estas cuestiones filosóficas sobre la conciencia humana me intrigaron. Desde joven, fui muy activa. Lideré encuentros espirituales para jóvenes y movimientos juveniles desde los 16 hasta los 23 años. Incluso viajé por Europa en misiones. Durante este período, buscaba constantemente mi propósito. No me conformaba con sobrevivir y cumplir etapas; me cuestionaba cómo debía ser mi vida para sentirme plena cuando llegara el momento de partir.
¿Cómo fue el camino en busca de ese propósito?
Mientras estudiaba en la universidad, trabajaba como maestra jardinera (educadora de niños de 3 a 5 años), enseñando a comunicarse en inglés como segundo idioma. Lo hacía como un trabajo mientras cursaba una carrera de siete años en la Universidad de Buenos Aires, ¡era muy larga en esa época! Debido a desafíos económicos y las responsabilidades en casa, elegí conscientemente ayudar, ya que mi madre trabajaba y en ocasiones era el sustento principal. Enseñar a los niños pequeños me impactó profundamente; había algo mágico en cómo se comunicaban… En un punto, experimenté una especie de crisis interna, estudiaba comunicación, pero sentía que mi verdadera pasión estaba en la educación. Fue entonces, cuando comencé a trabajar en la Universidad de San Andrés, en el campo de la educación y los procesos de transformación cultural. Sin embargo, mi enfoque estaba en mejorar la calidad educativa en entornos más desfavorecidos y en escuelas públicas que carecían de recursos.
¿Tienes algún mentor o persona que haya influido en este proceso?
Después de un tiempo me uní a la consultora Axialent, una experiencia que valoro mucho. Allí trabajé con Fred Kofman, hoy considerado “el coach de Silicon Valley” y una influencia importante para mí. Primero, me formé como Analista de Diagnóstico Cultural con Carolyn Taylor mientras desempeñaba el rol de su asistente personal y crecí significativamente en este período. Es gratificante porque cuando me encuentro con consultores de Axialent y recuerdan que comencé como asistente a los 19-21 años, comentan: «Siempre hablabas de convertirte en consultora, también mencionabas tu deseo de formar una familia y estar con tus hijos. Eras ambiciosa, tenías el mundo en tus manos. Ahora te vemos realizada, plena en esa misión y propósito». Con el tiempo, busqué a Fred para formarme como Coach y su acompañamiento y aliento fue clave para mí.
Y… algún viaje o experiencia que haya sido un punto de inflexión?
En 2015 viajé a África como parte de mi primera actividad con Unilever. Fue mi experiencia previa a emprender mi propia consultora. La propuesta de los consultores que lideraban el proceso era que permaneciera allí trabajando durante dos semanas, ya que menos tiempo no sería justificable. Fue un gran sacrificio, porque, aunque me cubrieron los gastos del vuelo, no los honorarios. Sin embargo, dado la fuerte conexión que tenía con mi propósito el poder volar hasta África y realizar la devolución del diagnóstico cultural en persona, decidí hacerlo de todas maneras. Una vez allí, surgió en mí un sentimiento diferente. Me di cuenta de que encontrar plenitud solo a través del trabajo no era suficiente, quería sentirme completamente plena: honrando mí manera de hacer consultoría, también en armonía con mi vida familiar, y no disfruté estar tan distante. Estar en África resultó desafiante. Recuerdo estar en Turquía y escuchar sobre la posibilidad de una tercera guerra mundial tras haberse caído un avión ruso. En ese momento, me cuestioné ¡por qué estaba allí en África cuando podía estar en casa con mis hijos y Martín, mi marido! ¿Qué necesidad de estar tan lejos?
¿Qué hiciste al regresar a tu país?
Cuando regresé, ya en 2016, decidí darme la oportunidad de explorar si aquí en Argentina las empresas estaban dispuestas a invertir en los servicios de consultoría que ofrecía. Siempre escuchaba comentarios como: «No invertirán en Argentina, es más a largo plazo y en medio de la crisis, no hay perspectiva a largo plazo». Me di cuenta de que no estaba aplicando mi propio enfoque de coaching; simplemente aceptaba esas opiniones y creencias como si fueran verdad, sin desafiarlas. Por eso, dediqué la primera mitad de ese año a estar en Buenos Aires promocionando mis servicios y haciendo networking. Recuerdo haber sido contactada por MercadoLibre cuando buscaban un desarrollo cultural, y nos presentamos asociadas con Laurita Bicondoa, coach reconocida en Latinoamérica… pero nos faltaba experiencia en Argentina! Ambas teníamos experiencia internacional únicamente. Aunque finalmente, el proyecto no prosperó, surgieron dos proyectos grandes que marcaron el inicio de mi consultora.
Cuéntame sobre esos proyectos…
Uno de ellos fue con Unilever, me contrataron para llevar a cabo proceso de desarrollo cultural de dos años en la cadena de suministro de Unilever Cono Sur. Este proyecto marcó el comienzo y nunca dejé de trabajar con Unilever. En la actualidad, MPH Partners somos SOL (Standards Of Leadership) Global Partners, lo cual significa que somos uno de los 35 proveedores preferenciales de la empresa en todo el mundo que brindamos apoyo en liderazgo y desafíos de equipo y transformación cultural. Por otro lado, el proyecto del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el que trabajé a través de un exjefe, Andy Freire, que estaba a cargo del Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología, y necesitaba una coach de transformación cultural para el equipo de coaches que lo apoyaba. Trabajé en el ministerio por dos años y continué asesorándolos en cuestiones culturales. Adicionalmente, colaboré en el diseño de la estrategia de medición cultural que involucraba a 50,000 colaboradores, utilizando una herramienta en la que estoy certificada.
¿Cómo fomentas la colaboración y la innovación en entornos multiculturales?
En mi perspectiva, el punto clave es el ajuste mental, el famoso «Mindset». Una forma de lograrlo es enamorarnos más de nuestros errores, incorporarlos primero. Parece que una generación creció con la idea de que el error era corregido en rojo y se le temía, se veía como algo malo. Para promover la colaboración, lo primero que hago es invitar al equipo a registrar desde qué “seteo mental” están trabajando. Podemos pensar en ello como si fueran lentes que podemos poner o quitar: tiñen el modo en que percibimos las cosas, y la clave es entender que esos lentes ¡pueden ser cambiados! Comprender que si todos están preocupados por no cometer errores y que, si ocurre un error, buscan a un culpable para parecer inocentes, es difícil colaborar. En ese juego, cada uno se centra en obtener el primer lugar y perdemos de vista los contextos complejos en los que vivimos. En esos contextos, no hay soluciones para los desafíos adaptativos que enfrentamos.
¿Cuál es tu opinión respecto a las formas de trabajo más efectivas?
En mi opinión, las formas de trabajar más efectivas tienen que ver con la capacidad de colaborar. En este sentido, no creo que hoy sea algo que surja natural en los humanos: no debemos dar por sentado que todos sabemos colaborar y que todos lo hacemos de forma innata. Si se quiere, ¡se aprende! Se desarrolla. Y estudios comprueban que los niveles de satisfacción con la tarea que nos brinda la colaboración es mucho más alta que los niveles de satisfacción con la tarea cuando la desarrollamos desde una dinámica competitiva (donde predomina el ego, el ganar-le al otro –¡aunque sea de la misma empresa!- juegos de poder de dominancia y/o sumisión). Desde MPH Partners, siempre fomentamos la colaboración desde la práctica, pasándolo por el cuerpo para luego aprender los conceptos teóricos que necesitemos.
Entrevistada por: Fernanda Cala
¿Qué significa para ti la palabra emprender?
Para mí, emprender es crear una plataforma que me habilite a desplegar todo mi potencial al máximo, en conexión con mi propósito y ayudar a otros a hacer lo mismo. No siento que sea tanto “seguir un modelo de negocio”. Es levantarse todos los días con el compromiso tenaz e implacable de desplegar mi propósito. Ahora ¡hay días que me resulta desafiante! Hay momentos de mucho trabajo, previo a un crecimiento exponencial, donde me siento abrumada. Y ahí, la clave para mí radica en ser consciente; como siempre digo, toda luz tiene su sombra. Lo interesante es cómo integramos esa sombra, en lugar de resistirla. Confío en que los esfuerzos míos y de todo el increíble equipo robusto que sostiene el día a día de MPH valen la pena.
¿Quién es Malena
Nombre completo: Malena Philpotts
Apodo: Male
Profesión: Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social
Nacionalidad: Argentina.
Signo del zodíaco: Sol en Piscis, Luna en Aries y Ascendente en Tauro.
¿Dónde vives?: Buenos Aires
¿Tienes hijos?: Tengo dos hijos, Martina de 13 y Mateo de 10
¿Mascotas?: Si, Cookie, mi perrita.
Comida favorita: Langostinos y el Sushi.
Edad: 42
Hobbies: Me encanta bailar, cantar, viajar con mi familia o mis amigas, conocer gente nueva.
Tu lugar favorito: En las montañas, en la naturaleza
UN POCO DE ROCK
¿Cómo te describirías con una palabra?: Soñadora.
Serie o película favorita: Collateral Beauty
Libro favorito: El arte de amar
¿Qué personaje histórico serías y por qué?: Nelson Mandela porque creo en construir paz con coherencia, tiempo, liderando con el ejemplo y con una mirada generosa a largo plazo.
Banda de música o género favorito: U2 y Gun’s and Roses y Adele.
Tu cable a tierra es… La oración y la meditación.
¿Qué país eliges para vivir y por qué?: En Argentina por el entorno afectivo que disfruto y la propuesta educativa para esta etapa de mis hijos.
¿Qué contribución crees que haces para un mundo mejor?: Impactar positivamente en vidas para encontrar maneras más conscientes de vivir, acompañar a personas, equipos y organizaciones enteras a “florecer”. Cada persona con quien trabajamos es parte de una familia. Si esa persona es plena, su entorno, su comunidad, es impactada positivamente.
Un consejo que te dieron y que darías: “No busques vender tu producto o servicio: compartílo y pedí feedback. La persona que te lo dé tendrá la oportunidad de ayudarte, lo cual dignifica a cualquier ser humano, y en el proceso, ¡te tendrá “top of mind” para contratar o recomendarte!”.