Melina Jajamovich es Licenciada en Ciencia Política, Máster en Gestión de la Innovación, Speaker, Coordinadora del Programa Ejecutivo de Metodologías Ágiles de la Universidad Torcuato Di Tella y autora del libro Agilidad en 4 Estaciones.
Siempre me llamó la atención el nombre Agile Cooking, ¿cómo se cocina en agilidad?
Me voy a retrotraer al pasado porque Agile Cooking en verdad es la prima hermana de mi primera empresa que fue en España y se llamaba Social Cooking. Cuando empezamos a buscar nombre acá para la empresa surgió lo del cooking otra vez. A mi socia le encanta cocinar y a mi me encanta comer…creo que fue una de las razones de ese nombre. Nos gustaba cómo sonaba y sobre todo porque entendíamos que la mirada que tenemos de la agilidad tiene que ver con algo de autor: con lo que tenemos en nuestra cocina, ¿qué podemos hacer? No siguiendo recetas sino con un espíritu creativo.
Yo acuerdo con esto de “no hay recetas”.¿Cómo aprendemos agilidad? ¿podemos aprender en nuestro día personal, laboral?
Ser ágil es adaptarse a los cambios, es trabajar de forma más inteligente. ¿Es algo que se puede aprender? ¡Sin dudas! Creo que lleva toda una vida aprenderlo: no es un destino, es una forma de estar en el mundo. Ser ágil es saber que algunas cosas son importantes y no todas, es tener en cuenta en dónde ponemos el foco, tanto a nivel individual como a nivel colectivo. Es animarnos a probar con cosas nuevas y a fracasar de forma inteligente. Es entender que cuando estamos colaborando juntos llegamos más lejos. Y que cada una de las personas tiene un talento a desarrollar y que si logramos desarrollar esos talentos individuales la organización a la vez va a brillar más, va a ser más productiva. ¡Hay trabajo acá para toda una vida!
En estos meses de pandemia estamos aprendiendo un montón, expuestos a un montón de estímulos nuevos ¿cómo podemos capitalizar esos aprendizajes desde la agilidad?
Para mí lo interesante es que agilidad es adaptarse a los cambios y para adaptarnos a los cambios lo que necesitamos es aprender. Es decir que en última instancia, agilidad es aprendizaje. En este contexto fuimos sometidos a muchas experiencias que no buscamos, que nos vinieron de prepo. Lo que necesitamos hoy es poder parar para entender qué fue lo que pasó y capitalizar esas experiencias para convertirlas en aprendizajes; que yo lo haya vivido no significa necesariamente que haya aprendido. El reto que hoy tienen las organizaciones es darse ese tiempo en un momento en el que todos sienten que están tapados por lo urgente. Estamos hablando de ponerle conciencia a nuestro día a día y al día a día de nuestras organizaciones. Lo primero es parar, lo segundo es tener confianza para poder generar esa conversación y darle tiempo, para que el aprendizaje no sea individual sino que sea colectivo… y esto es algo que nos cuesta mucho. Entonces, conversemos acerca de qué aprendimos y preguntémonos entre todos: ¿cómo volvemos al día después? ¿cómo vamos a trabajar? ¿cómo elegimos hacerlo con todo lo que aprendimos? Y que esa elección sea nuestra, no del CEO ni de RR.HH. ni del jefe. Esto significa que todos como equipo podamos parar e identificar qué aprendimos y qué queremos hacer distinto a partir de ahora.
Como dijiste, sin aprendizaje no hay cambio, entonces ¿qué podemos aprender del Manifiesto de Agile Learning? ¿qué nos podés contar para realmente ayudar a las personas y a las organizaciones a aprender? ¿cómo debería ser ese aprendizaje?
El Manifiesto de Agile Learning surgió con un espíritu de ser copiones. Nosotros venimos de la agilidad que nace de un manifiesto y a mí me parece brillante que a alguien se le haya ocurrido escribirlo. Lo interesante del manifiesto es la conversación que abre, empezar a poner el tema en agenda. El objetivo del Manifiesto de Agile Learning es poner en agenda un tema que para mi aún no se está conversando demasiado y tiene que ver con nuestra cultura. Nosotros tenemos una cultura muy individualista a nivel sociedad y también a nivel de organizaciones. ¿Qué significa esto? Que en general nos enfocamos en qué es lo que puede un individuo, cómo formamos al individuo, cómo buscamos a los mejores talentos individuales y el desafío que tenemos es el desafío colectivo. El reto es cómo hacer para que las organizaciones empiecen a darle lugar a lo colectivo, a que el aprendizaje de la organización ocurre con los otros; entender que aprendemos en red pero no sólo eso sino que tenemos que hacer que circule lo que aprendemos entre los unos y los otros. El manifiesto tiene la intención de salir de la idea de que tenemos que “aprender a aprender” a nivel individual para pasar a “aprender a aprender” juntos.
Una experiencia de aprendizaje debe tener las 4 C: Cabeza, Cuerpo, Corazón y Coraje, justamente para soportar que se está saliendo de un lugar cómodo.
Del futuro del trabajo al futuro del ser
Se habla del futuro del trabajo, y a mí se me viene otra pregunta ¿cuál es el futuro del ser? ¿cómo estamos educando a nuestros hijos para el futuro que se viene? Van a cambiar los trabajos, también vamos a cambiar de profesión a lo largo de nuestra vida y el problema más grave que vamos a tener es la epidemia global de estrés. Vamos a estar todos tan saturados ante los cambios, ¡que nos vamos a terminar enfermando! Entonces lo que necesitamos es empezar a prepararlos y a tener otras herramientas que no se aprenden en los talleres, que se aprenden viviendo y tienen que ver con ser más resilientes, con uno mismo y con los otros.