Rossella Mirabelli es adrenalina pura, le encanta competir para ganar y en el trayecto de la vida también ha aprendido a perder, aunque reconoce que no ha sido fácil aceptar cuando la victoria le da la espalda. De profesión relacionista pública y con un MBA con énfasis en mercadeo, comenzó su trayecto profesional en la industria automotriz con empresas nacionales e internacionales como Nissan – Audi y BMW. Reconoce que le gustan los proyectos, verlos nacer, crecer y desarrollarse.
Es una apasionada por la música y junto a su mamá Patricia Acosta cantó en el Coro Sinfónico Nacional. Los grandes amores de su vida son sus hijos, Caterina y Mauricio, y su esposo Eduardo Sauma.
Nos gustaría conocer tu historia, ¿quién es Rossella Mirabelli desde lo personal y profesional?
Soy una persona soñadora. Desde siempre me ha gustado tener metas y cumplirlas. Si voy para atrás, voy para adelante. Nunca he sido agachada. He crecido en industrias tradicionalmente lideradas y manejadas por hombres como la automotriz y la de licores, y esto me planteaba retos. Soy una persona creyente, sé que Dios tiene un propósito para todo y acepto su voluntad. Soy una persona de familia, soy felizmente casada y tengo dos hijos, y por ellos sigo luchando. En el trabajo yo no veo una obligación, veo una forma de vida y una forma de ayudar a los demás. Me encanta estar ahora en la industria de la salud, porque no solo cumplo con los objetivos laborales sino también estoy vendiendo algo que beneficia a las personas.
¿Cuál es su definición de liderazgo?
Si lo tengo que resumir en una palabra es ejemplo. El liderazgo no solo es hacer las cosas, sino trascender hacia el ejemplo. Uno lidera con un objetivo en común y escuchando a las personas, uno lidera generando consensos, uno lidera siendo parte de un equipo.
¿De acuerdo a su formación y trayectoria profesional cuáles son las tres características esenciales que definen a un gran líder?
Transparencia en el actuar, escucha y credibilidad. Tengo que escuchar para saber hacia dónde tengo que ir, tengo que ser transparente porque si mi equipo no cree en mí no tengo cómo guiarlos y la credibilidad es hacer las cosas correctas.
¿Encuentra usted alguna o algunas diferencias entre el liderazgo femenino y el liderazgo masculino?
Sí, pero son las típicas de la esencia. La mujer es mucho más conversadora, mucho más emocional. El hombre es más racional. La forma de ser de uno hace que lidere diferente. No creo que un puesto sea mejor por el hecho de que lo asuma un hombre o una mujer. Todo pasa por un tema de las formas.
¿Se comienza a liderar diferente una vez que una mujer se convierte en madre?
Sí. Nunca lo había pensado así, pero claro que hay una empatía diferente. Hay una comprensión diferente, hay una responsabilidad diferente. Una mujer que tiene la bendición de ser mamá vive cosas que puede poner en práctica, sobre todo si su equipo es femenino y de mamás.
Luego de haber pasado por la industria automotriz con éxito y haciendo un análisis en retrospectiva, ¿cómo lo alcanzó al ser un segmento manejado principalmente por hombres?
Lo alcancé porque me dieron la oportunidad, sin duda. Ana Lucrecia, que sigue siendo la gerente de mercadeo de Nissan, creyó en mí y me dio la posibilidad de trabajarlo. Luego lo alcancé con trabajo y pasión, porque sin esto no se logra nada.
¿Qué es más importante en la vida: el saber hacer o el querer hacer?
El querer hacer porque hay que ejecutar. Uno queriendo puede intentar, fallar, levantarse y seguir. Es mejor el querer. Pongo por encima la actitud y luego viene la aptitud. Además, con actitud las cosas se aprenden.
¿Qué es lo que más valora de un equipo de trabajo?
Que trabajen juntos. Se da mucho que hay buenos gerentes, muy buen personal, pero cada uno trabaja solo. Trabajar en islas es difícil, es cansador, se pueden lograr los objetivos pero tardando más tiempo.
¿Para Rossella qué es el éxito, y la felicidad?
Para mí el éxito es ser una persona tranquila, feliz y agradecida con lo que se tiene, en cualquier ámbito. Y la felicidad es mi familia, llegar a la casa y ver esos cuatro ojos que lo miran a uno con amor. Esa es mi felicidad.
¿Cuéntenos de INSUMED, su empresa actual?
INSUMED es una empresa distribuidora de equipos e insumos médicos. Tenemos más de 25 años de estar en el mercado. Es 100% de capital nacional y tenemos operaciones también en Panamá. Su eje principal es oftalmología, pero también vemos parte neurológica, nutrición, aros y lentes. Tratamos siempre de tener la mejor tecnología para la salud. Me llena sobremanera saber que estoy aportando a la salud del país porque uno de nuestros clientes es la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS).
¿Cómo fue ese cambio de pasar de la industria automotriz a la industria de equipos médicos?
Sigue siendo tecnología porque en carros se vende tecnología, sigue siendo innovación porque en carros se vende innovación. Aquí la compra es más decisión racional, aunque en carros pesa más lo emocional. Me dio la oportunidad don Javier León, quien es socio de Red Motors. Le he trabajado 12 años a él y me vio esa capacidad para ofrecerme esta opción. Por eso es que los negocios siempre y antes de cualquier otra cosa serán primero buenas relaciones.
¿Tiene usted el alto rendimiento empresarial en las venas?
Tengo el alto rendimiento empresarial en las venas, soy competitiva, por eso me gusta el deporte. Me encanta correr carros y todo lo que sea adrenalina; todo lo que tenga un norte, un fin y una meta me encanta.
¿Y qué pasa cuando pierde?
He aprendido a perder. Al inicio no era tan fácil, pero he aprendido a perder y a ver qué puedo sacar bueno cuando pierdo. Mi perfeccionismo desde que estaba en la escuela me llevaba a frustrarme…
El cantautor y autor uruguayo Jorge Drexter tiene una canción llamada “La trama y el desenlace… En esta canción hay una frase que dice “amar la trama más que el desenlace”. ¿Qué dice usted de eso?
Es que en la trama uno aprende, la trama es el camino, es lo que uno recorre, es de lo que uno aprende. Si el desenlace no fue el pensado, no fue el de la meta, no fue el del indicador, uno vuelve a trazar esa trama y se vuelve a hacer. La trama es el camino, es la historia que uno va haciendo.
¿Tiene usted una receta preferida o efectiva para gestionar el talento humano en las organizaciones?
Empatía, conversación, escuchar. Por eso me encanta llegar a mi trabajo y pasar por los pasillos, sentirme cerca y que ellos me sientan cerca. Si me ven cercana tienen la confianza para hablarme de temas laborales y personales.
La gente primero siente, después piensa. ¿Será cierto?
Claro. De hecho el corazón manda al cerebro. Las emociones y los sentimientos van más allá. Ahí es donde uno tiene que saber en qué momento no hablar, en qué momento pensar las cosas tres veces. La emoción siempre lo puede meter a uno en problemas.
¿Cuál es su significado de Dios?
Una meta, un camino, una luz. Dios es todo, por Dios estamos y para Dios vamos.
¿Qué representan Caterina y Mauricio en su vida?
Todo, son mis gordos enanos. Son dinamita pura y me encanta estar con ellos porque me hacen ver que uno nunca deja de ser niño. Me ubican en el día a día, con una mirada y con una palabra me enseñan.
¿Cuál es su relación con las redes sociales?
Yo vengo de mercadeo y me costó un mundo aceptar que tenía que tener Instagram. Me acuerdo en Red Motors que todos tenían Instagram y me decían “jefa, cómo va a ver lo que hacemos si no está en Instagram”. Facebook siempre tuve, pero Instagram me costó un poquito más. Ahora no descarto ninguna red social.
¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar?
Trabajar para vivir. El trabajo es un medio, no es un fin. Yo trabajo para sentirme plena, para aportar en la casa, para que mis hijos tengan mejores oportunidades de las que tuve yo; trabajo para hacer feliz a alguien, trabajo con la responsabilidad de que tengo familia a cargo.
Entrevistada por: Alexander Aguilar