Con 20 años, Samuel Rodríguez se convirtió en uno de los emprendedores más jovenes de Colombia al fundar Tecnopac, una empresa de servicios de software que ha facturado más de 200K dólares “Mi sueño es que a mi país ingrese más dinero por software que por narcotráfico”, asegura.
Samuel nació en San Gil, un pueblo pequeño de Colombia ubicado en el departamento de Santander. Vive orgulloso de la educación que le brindó su padre, quien siempre le enseñó a conseguir lo que quería por sus propios medios, lo que influyó en ese espíritu inquieto y emprendedor. Ese mismo, que lo ha llevado a cumplir sus sueños de la mano de su fe espiritual en Dios, que le permite estar conectado, enfocado y resiliente.
Cuéntanos, ¿cómo fue que te involucraste en el mundo del emprendimiento a tan corta edad?
Para ponerte un poquito en contexto, yo me crié en Curití, en una finca cafetera de Santander, Colombia. Mi papá, que ha sido caficultor por casi 40 años, siempre me enseñó que su labor como papá era darme lo necesario y que, a partir de ahí, cualquier cosa adicional que yo quisiera debía ser mi responsabilidad. Esa educación hizo que dentro de mí naciera un espíritu emprendedor, vendía cosas en mi colegio y aprovechaba mis conocimientos para negociar con mis compañeros. Siempre estaba en busca de nuevas oportunidades, pero a mí me cambió por completo la vida cuando empecé a conocer sobre tecnología y programación.
¿Cómo llegaste a ese cambio y a descubrir esa pasión por la programación?
En ese entonces, a mis doce años, no teníamos computador en la casa, y en el pueblo donde yo vivía no había internet, ni siquiera en el colegio, estaban apenas comenzando a crear un punto digital. Así que mi papá hizo el esfuerzo, y compró un computador con un Modem de 8 gigas que uno ponía y se consumía en dos días. Sin embargo, yo instalé el computador e instalé un juego, ahí tuve un clic que me conectó con la tecnología y la computación, para mí era alucinante todo lo que se podía hacer con esa máquina y empecé a investigar más sobre tecnología.
¿Qué temas te apasionaba investigar?
Yo me metía a Youtube a buscar cursos de programación, primero quería entender cómo y porqué funcionaba. Comencé el primer curso y construí mi primera página web a los trece años ¡Wow, yo me sentía increíble! Era muy simple en realidad, pero fue lo primero que hice, y a partir de ahí, comencé a ofrecer mis servicios de programación porque encontré una página que contrataba “freelancers”, se convirtió en mi hobby hacer páginas web, y además ganaba dinero extra, en dólares. Sin embargo, no me dedicaba de lleno a eso, porque estaba enfocado en las responsabilidades del colegio y en ayudar a mi papá con la finca. Pero cuando estaba a punto de graduarme del colegio, se abrió la oportunidad de presentarme a una beca en la Universidad de la Sabana en Bogotá, la única universidad en Colombia que tiene la carrera de Ingeniería Informática, que a diferencia de sistemas está más enfocada en código y software que en hardware. Me presenté a la beca y pasé.
¿Cómo fue ese desafío de llegar becado a la capital colombiana?
Llegué a Bogotá a vivir solo, con 16 años, conseguí una habitación y comenzó mi aventura en la Universidad. El día que llegué, lo primero que vi y se me quedó muy grabado en la mente, fue una Ferrari entrando a la universidad. Para mí fue un choque social y cultural, porque venía de un pueblo pequeño, y lo percibí. Yo nunca me había puesto a mirar si la universidad era de ricos o algo por el estilo, porque mi objetivo y lo que me movilizaba era único, ser profesional en programación. A partir de ahí, empecé a darme cuenta de que mis compañeros tenían costumbres muy diferentes, y entendí que lo que me iba a ayudar a resaltar en este mundo eran mis conocimientos, porque era en lo que yo me consideraba mejor, y lo único que mis compañeros necesitaban de mí. Así comencé a hacer mis primeros amigos, me pedían consejos para programar, hacer trabajos, etc.
¿Cuál fue el mayor impacto que tuvo la universidad en tu forma de pensar?
Me hizo darme cuenta de que la programación no era solo un hobby, sino que yo tenía oro en las manos, y un mercado con un crecimiento exponencial. Empecé a conocer también sobre emprendimiento, y comencé a hacer páginas web para emprendedores. Ahí conocí una start-up que se llamaba “En la U”, se dedicaban a hacer domicilios de comida como Rappi, pero dentro de las universidades, ya que no se les permitía el ingreso a los rappitenderos. Esta idea me llamó la atención y les dije que quería ayudarles en algo… empecé con los domicilios, me pareció que la aplicación era un desastre y les pedí que me contacten con los fundadores para explicarles que tenía unas ideas para ayudarlos con la app.
¿Lograste ser parte de ellos?
Sí, ahí me invitaron a ser parte del equipo tecnológico después de que me senté con ellos a explicarles los cambios que generaría dentro de la app y terminé liderando la expansión de una Start-up que tenía 45 universidades en 6 países diferentes, a mis 17 años. Al ver levantar capital por primera vez, entendí que el emprendimiento tecnológico de alta escalabilidad es real y tangible, eso me cambió la cabeza y me hizo entender que ningún sueño era imposible con la tecnología. Trabajé con ellos casi dos años, pero llegó la pandemia, yo estaba en tercer semestre, y las universidades cerraron, así que el negocio cayó en picada.
¿Cómo superaste ese desafío?
Un día se me presentó un proyecto de la universidad, un desarrollo por el que me ofrecían 6000 dolares por hacerlo, yo dije ¡De una! Contraté a dos amigos más, y comenzamos a trabajar, le entregué el sistema a la persona que lo necesitaba y me dijo “Samuel, ahorita se vienen oportunidades muy interesantes para programadores que tienen la visión de comerse el mundo como usted, sálgase de la universidad y dedíquese a su propio negocio” ¡Yo quedé en Shock!
¿Qué decisión tomaste?
Me volví para mi casa y me senté a hablar con mis papás. Después de pensarlo mucho, de noches sin dormir, le dije a mi papá: “Pa, no voy a seguir estudiando en la universidad por ahora”. Para mi papá fue impactante porque yo estaba becado, tenía beca de alimentación, etc. Ahí les dije a mis dos padres: “Antes de que me echen de la casa les quiero decir dos cosas; la primera, quiero hacer una empresa. La segunda, tengo cinco mil dólares para hacerla, y con eso puedo empezarla. Lo único que necesito es poder tener seis meses de comida y hogar para empezar”. Si todo salía mal, yo buscaba la manera de ganarme otra beca para estudiar, pero si todo salía bien podía valer mucho la pena… y mi papá confió en mí al verme tan seguro.
A partir de ahí supongo que surgió la idea de fundar Tecnopac…
Sí, mi papá me ayudó a constituir la empresa legalmente porque yo era menor de edad. El nombre Tecnopac nació porque cuando empecé a los doce años, tenía que ponerme un nombre y no ponía fotos mías porque parecía un bebé y nadie me iba a contratar. Entonces, acordándome de esa época, yo quería poder hacer todo lo que la tecnología tiene en un paquete y de ahí surgió el nombre “Tecnopac”. Contraté a dos amigos, uno hacía diseño y el otro me ayudaba con desarrollo y búsqueda de clientes. En junio de 2020, comenzamos a desarrollar páginas web como empresa legal, el negocio funcionaba bien, pero yo me sentía en una burbuja chiquita haciendo páginas web de 150 a 300 dólares… quería un reto e ir al siguiente nivel.
¿Cuál era ese nivel al que querías llegar?
Tener una apertura de clientes y un expertise comercial para llegar a empresas muy grandes que nos dieran más solidez. Llegué a la conclusión de que necesitaba un socio porque yo no tenía contactos, ni sabía vender, solo sabía programar, y necesitaba a alguien que supiera hacer la otra parte para romperla. Empecé a buscar inversionistas por medio de amigos que había conocido en la universidad, y el 24 de marzo de 2021 me reuní con Ricardo, mi actual Co-fundador y le hice una presentación con lo que me imaginaba que podíamos lograr, y le pedí que invirtiera 60.000 dólares en mi negocio. Él se quedó mirándome y me dijo ¡Hágale! Eso nos cambió completamente, Tecnopac no sería ni el 10% de lo que es hoy sin la ayuda de mi socio Ricardo, quien creyó en mí y en mis ideas. Él tenía una experiencia de 30 años en el área comercial, había vendido tecnología, ya sabía cómo era la vuelta y había trabajado con grandes empresas, tenía muchos contactos en Estados Unidos y en Europa. Tecnopac cerró 2021 con un equipo de 15 personas.
Sabemos que Tecnopac se dedica al ámbito tecnológico, pero ¿podrías contarnos un poco más sobre los servicios o productos que ofrecen?
Hoy, Tecnopac es una compañía dedicada a la construcción de Software As a Service, productos tecnológicos que se pueden replicar masivamente. Tenemos nuestro propio Software que se llama “Orizon”, un producto diseñado para el segmento financiero, le pone toda la tecnología que requieren para colocar crédito y dar una trazabilidad de 0 a 100, desde la solicitud del cliente hasta las validaciones de identidad, firmas de pagaré, pasarelas de pago etc. Estamos trabajando en otros productos, y el objetivo es convertirnos en una suite de productos tecnológicos exitosos atendiendo a 3 segmentos: FinTech, Retail y Gestión Humana.
Samuel, eres un creyente en la transformación social a través de la tecnología, ¿cómo ves a Tecnopac contribuyendo a ese cambio positivo en la sociedad?
La programación es el pincel con el que se pinta el futuro, y una de las iniciativas más bonitas que hemos podido complementar, es enseñarles a jóvenes de bajos recursos a programar sin costo. Hoy, hay unas iniciativas muy interesantes en Bucaramanga, por ejemplo, Campus y Codex, dedicados a educar a más de 300 chicos de bajos recursos en programación. Yo tengo dos grandes sueños en la vida, uno que es más poético y patriótico, y otro que es más personal. El personal es que quiero que una compañía colombiana de tecnología salga en la bolsa, sueño con ser uno de los fundadores. Y mi sueño patriótico es que un día, se logre traer más plata a Colombia por Software que por narcotráfico, un sueño que comparto con grandes amigos de la industria. Yo quiero un día mirar atrás, y que podamos ver un país transformado socialmente gracias a que la tecnología impacta en los ingresos y la vida de las personas.
Hemos leído que eres muy creyente en Dios. ¿De qué manera ha influido la fe en tu camino como emprendedor?
Mi papá es pastor, aparte de caficultor, no suelo decir que es pastor porque la gente cree que los pastores son millonarios y no es así. La razón de ser pastor de mi papá es que hace 17 años tiene una enfermedad huérfana. Él estuvo cerca a morir muchas veces, y sintió que ésa era la manera en la que Dios le permitió hacer una labor social. Yo crecí con la fe en mi casa, y crecí haciendo devocionales todas las noches, Dios ha sido esa forma de entender que nada es demasiado duro. La resiliencia se la debo a Dios, mi papá en medio de su dolor me enseña que la vida es más de lo que vemos.
Como emprendedor joven, has enfrentado desafíos en el camino. ¿Podrías compartir alguna experiencia en la que hayas aprendido lecciones valiosas?
Te voy a contar una, pero estoy saliendo de ella. No había hablado de esto, y hoy cuando supe que iba a hacer la entrevista me propuse que si se daba la oportunidad iba a contarlo ¡Chévere que la gente lo lea! Paulatino a Tecnopac, hice un negocio de inversiones, tuve la fortuna de que nos empezó a ir muy bien y mucha gente se unió al negocio, el dinero estaba en una cuenta bróker extranjera, era un negocio de inversión en bolsa. Un día el bróker cerró y todo el dinero se perdió. Toda la gente que estaba ahí confiaba en mí, y teníamos firmado un contrato de compromiso, no era como esas compañías de trading que no firmas nada, das el dinero y nadie te responde. Eran casi 2000 millones de pesos colombianos, alrededor de 480.000 dólares… yo tenía 19 años y tenía que pagar esa cantidad de dinero. Me equivoqué en muchas cosas por tomar riesgos que no debía tomar, de repente me tocó cortar mi estilo de vida para pagarle a las personas. Yo siempre he pensado que uno no le debe quedar debiendo nada a nadie, fue muy complejo, y me sentí en un hueco oscuro y solo.
¿Qué lecciones aprendiste de eso?
Lo primero es que del afán no queda sino el cansancio, y que uno tiene que leer muy bien los verdaderos procesos que lo llevan a donde uno quiere ir. Yo tomé un atajo, y aunque no hice nada ilícito, tomé un camino más rápido que pensé que me iba a acelerar y pasó todo lo contrario, retrocedí dos años más, y me dolió mucho eso. El aprendizaje más grande que me quedo es vivir el proceso, yo me mataba la cabeza porque estaba obsesionado con la idea de que a los 30 años quería ser millonario, ya no, después de esa experiencia vivo el presente.
¿Qué consejos les darías a otros jóvenes que desean emprender sus propios proyectos?
Primero que aprendan mucho, mantengan la calma, adquieran experiencia y cuando se sientan listos, emprendan. Los emprendedores que más lejos llegan son los que más lento van. Conozcan bien el mercado y solucionen un problema, no emprendan por emprender, por plata o por fama porque eso se va rápidamente. Solucionen un problema de la sociedad real, y les va a durar toda la vida.
¿Quién es Samuel?
Nombre completo: Samuel Andrés Rodríguez Acosta
Cargo: Founder and CEO
Empresa: Tecnopac
Profesión: Emprendedor.
Nacionalidad: colombiano.
Vives en: Bucaramanga
Edad: 20
Mascota: 4 perros y 2 gatos.
Comida preferida: Pastas con pollo.
Deporte favorito: Fútbol.
Hobbies: Conductor de Karts, me encanta la Fórmula 1.
Prenda de ropa preferida: Zapatos.
Tu lugar de ensueño: Un espacio con una linda vista y mucha luz, por ejemplo, la cima de la montaña.
UN POCO DE ROCK:
Una palabra para definirte hoy: Persistente y perseverante.
Cantante o banda preferida: Gian Marco.
Tu momento más importante del día: Entre las 8 y las 10 de la noche
Tu cable a tierra es… Mi familia, especialmente mi papá.
¿Qué granito de arena aportas para un mundo mejor?
Es muy bonito leer en Instagram a las personas que me siguen, verlos creer en sus sueños por el simple hecho de cumplir mis sueños.
¿A quién admiras?: Miguel Mcallister.
Una frase que te identifique: “Sin prisa, pero sin pausa”
Lo que más valoras de las personas: La empatía.
¿Día o noche? Noche.
¿Ducha fría o caliente? Caliente.