Sandra Aramburo es la Gerente General de Sanofi Vacunas COPAC, y se caracteriza por ser una mujer empoderada y con mucha energía. Su historia de una trayectoria impresionante, desde una infancia y adolescencia marcada por las altas expectativas, hasta convertirse en la líder consciente que es hoy. Apasionada por la comida peruana, ha pasado por un viaje emocionante en su carrera, que decidió emprender con coraje y valentía en la búsqueda de brindar diferentes aportes para un mundo mejor.
Sandra, detrás de cada líder y cada persona que pasa por Rocking Talent hay una historia única, cuéntanos la tuya….
En primer lugar, creo que ha sido un proceso de descubrimiento de mi estilo de liderazgo desde que era niña. A la vez, he aprendido a comprender la influencia de diferentes personas en la formación de mi estilo y cómo encontré mi propio enfoque. Hoy, puedo decir que practico un liderazgo consciente y hablo de este con orgullo… Quiero comenzar desde mi infancia, con un padre muy inteligente y exigente. Él poseía una capacidad de liderazgo con un impacto social increíble. Mi padre siempre me desafiaba constantemente, lo que me llevó a desarrollar un sentido de perfeccionismo. Además, él tenía altas expectativas para mí y veía un gran potencial en mí desde que era muy joven. Esperaba que, a los 12 o 13 años, ya estuviera liderando organizaciones juveniles, pero yo, en ese momento, intentaba evitar toda esa presión. Por otro lado, mi madre tenía un enfoque y habilidades blandas diferentes, de las que aprendí. Por lo tanto, me veo como una mezcla de influencias en cuanto a liderazgo por parte de ambos.
¿Cómo era para ti sentir esas altas expectativas?
Yo estudié en uno de los colegios que mi papá había fundado. Así que no pueden imaginarse la presión que sentía, donde era conocida como «la hija del fundador». Él estaba en la junta directiva del colegio que él mismo fundó, pero posteriormente se retiró. Asimismo, era una persona muy respetada y brillante porque había obtenido su maestría y doctorado en Estados Unidos, todos lo conocían como el Doctor Aramburo. Para el resto del mundo, yo era «la hija del Dr. Aramburo», si algo no iba perfectamente bien para mí, la gente se preguntaba ¿cómo la hija del Dr. Aramburo no podía destacar en eso o por qué no es la mejor en esa área?
¿Y cómo te sentías con eso?
Tengo una anécdota que me marcó mucho. Entré a una universidad pública, donde mi papá había sido decano y tenía una gran reputación. El examen de ingreso de matemáticas era muy difícil, y mi profesor de matemáticas en el colegio me estaba preparando. Este proceso fue muy competitivo, solo había 60 cupos disponibles y personas de todas las regiones participando, pero logré quedar entre los 10 mejores. Sin embargo, mi profesor de matemáticas, en lugar de felicitarme, me dijo: «Me decepcionaste, esperaba que fueras la primera». En ese momento, me sentí disgustada, pero comencé a entender que las altas expectativas que todos tenían sobre mí no debían marcar mi autoexigencia. Esta experiencia contribuyó a fomentar mi perfeccionismo de forma consciente en esa etapa de mi vida, y también me llevó a reflexionar sobre cómo no quería presionar a las personas de la misma manera.
Cuéntame sobre algún viaje o experiencia que haya sido un punto de inflexión al emprender tu camino…
Hace unos 8 años, tomé la decisión de volver a estudiar mientras mi hija tenía 5 años. Anteriormente, ya había realizado una especialización en marketing, pero tenía un sueño en mente: estudiar en la Universidad de Harvard. En ese momento, me embarqué en un programa de 6 meses, lo que significó que estuve 3 meses allí, regresé a casa y luego me volví a ir. Fue un desafío, y aquí es donde surgen retos para las mujeres. Mi hija tenía 5 años y estaba a punto de ingresar a la escuela primaria, y yo me preguntaba: «Dios mío, ¿cómo puedo dejarla sola en este momento tan importante? Finalmente, mi hija se quedó aquí con mi esposo, y fue una experiencia muy valiosa, son momentos en los que el apoyo que recibes de otros es fundamental para que una mujer pueda desarrollarse en distintos aspectos.
¿Cómo era el programa?
Nuestro grupo tenía 130 personas y solo 10 éramos mujeres. Algunas de ellas estaban solteras y no tenían hijos, pero las que éramos madres teníamos una pareja que nos brindaba un gran apoyo durante ese proceso. La verdad es que esa oportunidad fue uno de los regalos más hermosos de la vida, ya que me permitió descubrir muchas cosas como líder y tomar conciencia de mis propias fortalezas. Fui al programa con áreas específicas que quería desarrollar, y elegí ese programa porque sabía que podría trabajar en ellas.
El equilibrio entre el trabajo y la vida personal es esencial. ¿Cómo encuentras tiempo para desconectar y recargar energías en medio de tus responsabilidades profesionales?
Para mí, hay cosas muy importantes. Soy una persona muy conectada conmigo misma, aunque, por supuesto, experimento estrés y cometo errores como cualquier otra persona. Pero esta conexión me ayuda a mantener una claridad sobre lo que quiero en mi vida. Quiero ser una líder que aporte a la sociedad, una líder que provoque transformaciones. No aspiro a ser simplemente la máxima autoridad en una organización, sino a encontrar la manera de impactar positivamente en mi entorno y cómo puedo cuidar lo que tengo a mi alrededor. Soy una mamá que se siente muy satisfecha con lo que he logrado en mi carrera profesional, pero también se siente muy satisfecha con la relación que he construido con mi hija adolescente. Esto no significa que sea una mamá dedicada al 100% a ella, sino una mamá que ha aprendido a dejar de lado la culpa y a comprender que lo que importa es la calidad del tiempo que pasamos juntas, no necesariamente la cantidad. He aprendido de mi propia infancia y sé que cometeré errores en el camino, pero estoy lista para enfrentar lo que nos depara en los próximos años.
¿Como llegaste a Sanofi?
Llegó un momento en mi carrera en el que trabajaba como líder de una unidad de negocio en MSD, empresa farmacéutica americana. Entonces, sentía que quería influir en la cultura organizacional en vez de depender de las decisiones de mis superiores. En ese momento, recibí una propuesta de Sanofi para una entrevista. Me dijeron que tenía que viajar a Panamá para esta entrevista, que duraría un día. Fui y me encontré con una mujer maravillosa. Nunca antes había tenido una jefa mujer, y esta mujer tenía una visión que me inspiró profundamente. Ella era la directora general para América Latina y era finlandesa. En ese momento, decidí unirme a Sanofi, una decisión de la que me siento muy feliz y orgullosa por lo que hemos logrado en salud pública.
¿Y cuál es tu rol hoy?
Mi trabajo consiste en poner a disposición vacunas de última tecnología en 26 países. Esto es crucial, ya que estas vacunas están destinadas a cualquier persona, como tú o como yo. Sin embargo, como mencioné, también trabajamos para que los gobiernos puedan comprender la importancia de estas vacunas. Cuando los gobiernos entienden esto, implica llevar a cabo diversos procesos, como estudios epidemiológicos en los países, realizar análisis de costo-efectividad, que consisten en evaluar el costo de incluir una vacuna en comparación con los costos asociados a una enfermedad. Todos estos procesos son extensos, pero nuestro objetivo es acompañar a los gobiernos en este proceso para que puedan tomar decisiones informadas y aplicar medidas que son de gran importancia, ya que las vacunas son uno de los factores más impactantes para mejorar la salud pública, después del suministro de agua potable. Además, estoy trabajando en muchos temas relacionados con la responsabilidad social corporativa, puesto que esto es de suma importancia. En mi rol como sponsor, además de lo que señalé, también lidero a nivel global todas las acciones relacionadas con la equidad de género en los países en donde operamos.
¿Puedes mencionar algún reto que hayas experimentado en este rol?
Como lo dije previamente, las vacunas representan la mayor medida de equidad, y el mayor reto es lograr que todas las personas, sin importar su ubicación geográfica o nivel socioeconómico, tengan acceso directo a todas aquellas que necesitan a lo largo de su vida. A diferencia de situaciones como la pandemia de COVID-19, donde todos éramos parte del grupo afectado, muchas vacunas están especialmente indicadas a grupos específicos, como niños menores de 2 años o adultos mayores de 60 al ser más vulnerables, pero hoy no las reciben por diferentes razones que evitan que las tasas de cobertura sean las ideales. Este es un gran desafío porque, lograr recuperar las tasas de vacunación o que todas las personas accedan a las mejores tecnologías de inmunización, no solo depende de mi trabajo o del trabajo de las empresas de atención sanitaria, existen muchas externalidades que van desde las decisiones de los padres de familia hasta dinámicas económicas y políticas de los países.
Desde tu perspectiva y tus esfuerzos en esta lucha, ¿cómo ves a los gobiernos lidiando con el desafío que planteas en relación con la equidad en algo tan crucial como las vacunas?
Si observamos la situación en América Latina, podemos ver diferentes perspectivas. Algunos gobiernos comprenden el impacto que tiene la salud pública. Por ejemplo, cuando se trata de la introducción de vacunas, la parte científica y los estudios se pueden presentar y la gente puede entenderlos. Sin embargo, la toma de decisiones recae en diferentes instancias estatales, encargadas de definir si apoyan o no la modernización de las tecnologías de inmunización. Estas decisiones son altamente políticas y pueden variar de un gobierno a otro, además de estar marcadas por coyunturas económicas. Mientras algunos gobiernos están totalmente enfocados en procesos de salud pública, otros países demoran más en tomar decisiones. De igual amnera, en nuestra región, tenemos inestabilidades políticas que nos llevan a considerar otros asuntos.
¿Cuál fue el impacto que tuvo el COVID en las vacunas desde tu punto de vista?
La llegada del COVID-19 tuvo un gran impacto, pero no fue positivo, sino negativo. Durante varios años, nos concentramos exclusivamente en el COVID-19, como si el resto de las enfermedades no existieran. Las tasas de vacunación disminuyeron, especialmente en América Latina. Además, las decisiones que estaban en evaluación se retrasaron significativamente. Este impacto nos ha llevado a comenzar a ver un proceso en el que estamos recuperando la conciencia sobre la importancia de la vacunación y volviendo a centrarnos en ella.
¿Qué significa para ti la palabra emprender?
Es atreverse, valentía, porque es empezar a desarrollar cosas nuevas, una forma diferente de ofrecer un servicio, un producto. Emprender abarca elementos de innovación, coraje y valentía, ya que involucra hacer cosas que no son fáciles. En cierto sentido, cuando emprendes, estás iniciando un proceso que te conecta con el mundo y, especialmente, con un propósito compartido.
Entrevistada por: Ximena Desaloms.
¿Quién es Sandra?
Nombre completo: Sandra Aramburo.
Profesión: Ingeniera Industrial.
Nacionalidad: colombiana.
Signo del zodíaco: acuario.
¿Dónde vives?: Bogotá.
¿Tienes hijos?: Valentina, 14 años.
¿Mascotas?: Milo, un perro.
Comida favorita: Comida peruana, fan de ese país y gastronomía.
Edad: Te cuento una anécdota graciosa, alguna vez lideré un equipo de trabajo en Argentina y llegué a visitarlos, todos se presentaban y decían su edad, luego llegaron a mí y yo no quería decir mi edad, así que me molestaban mucho por eso, en buena onda.
Hobbies: Viajar es el principal. Me gusta leer, hacer yoga y practicar kick boxing.
Tu lugar favorito: La playa porque me conecta, y mi casa, es mi sitio de paz.
UN POCO DE ROCK
¿Cómo te describirías con una palabra?: Empoderada.
Libro favorito: Dispara, yo ya estoy muerto de Julia Navarro. Cuenta la historia, y hace un paralelo, de dos sagas familiares, una judía y una palestina. Es una novela muy enganchadora que te permite conocer las vivencias y el punto de vista de lo que pasaron los judíos durante la histórica persecución que como pueblo han tenido en diferentes países y, al mismo tiempo, te permite adentrarte en la lucha palestina por su tierra…esto lo hace muy apasionante e ilustrativo.
¿Qué personaje histórico serías y por qué?: Me llama mucho la atención Wiston Churchill, por el impacto que tuvo en la construcción de un mejor futuro y la valentía para hacerlo. Tomó decisiones oportunas y luchó por ellas, me parece impresionante.
Banda de música o género favorito: Me gusta Coldplay.
Tu cable a tierra es… Primero, la meditación que hago todos los días y es realmente ese momento de conectarme conmigo misma. Segundo, mi hija Valentina.
¿Qué país eliges para vivir y por qué?: Para establecerme, Italia o España me apasionan, pero India es un país con el que siento mucha conexión. Aunque nunca he estado ahí, me atrae su cultura.
¿Qué contribución crees que haces para un mundo mejor?:
Lo primero, trabajo para que las vacunas estén cubiertas por los gobiernos y que cada persona, sin importar su edad, pueda acceder a la misma protección. Lo segundo, es con mis equipos de trabajo. Me gusta velar por su desarrollo a nivel laboral, desafiarlos, impulsarlos, generarles curiosidad y, al mismo tiempo, que entiendan el liderazgo consciente. Que tengan un balance vida-trabajo y lo repliquen en sus equipos, y que también sean guías para encontrar en el trabajo un propósito superior. Y, por último, estoy involucrada en temas específicos de equidad de género para generar un impacto en el sector salud. Participo en frentes muy importantes para dar y contribuir a la sociedad que nos rodea impulsando la diversidad, equidad e inclusión. Me siento satisfecha con lo que he logrado.
Un consejo que te dieron y que darías:
Hace muchos años un jefe me dijo que yo era perfeccionista, y que él prefería que yo entregara mi trabajo en los siguientes cinco días al 90% y no en 15 días al 100%. Eso me llevó a trabajar en el proceso de querer dar lo mejor siempre, pero que el perfeccionismo no impacte en el resultado. Este consejo dio paso a un cambio de comportamiento, de skills, de habilidades blandas y me permitió avanzar para ser la líder que soy hoy en día.