viernes 27 diciembre 2024
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    Las mujeres frente a la nociva cultura de la desconfianza 

    El pasado 8 de marzo se conmemoró en todo el mundo el Día de la Mujer, una fecha que nos recuerda que aún queda mucho por hacer para construir una sociedad más justa e igualitaria. 

    Aunque históricamente era una fecha para regalar flores y chocolates, hoy hemos aprendido que es un día para concientizar acerca de los pendientes en cuanto a igualdad de género y para recordar a aquellas 129 mujeres que murieron en un incendio en una fábrica de Nueva York reclamando los mismos derechos que sus compañeros. 

    Hoy, el desafío por reducir las brechas y desigualdades sigue vigente y, por ello, es necesario abordar esta problemática que afecta a miles de mujeres. Al respecto, Virginia García Beaudoux, doctora en Psicología, consultora especializada en comunicación y liderazgo para mujeres, subraya que la clave es comenzar a combatir los estereotipos desde la infancia, asegurar que niñas y niños estén expuestos a las mismas prácticas de socialización y que las organizaciones, además de cambiar sus políticas formales, trabajen también sobre los prejuicios y las prácticas informales que atentan contra la igualdad, y eduquen acerca de los beneficios indudables de la inclusión de la diversidad”. 

    Según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) —que incluye datos de 75 países que abarcan más del 80 % de la población mundial—, todavía un 47,4 % de la población mundial asegura que los varones son mejores líderes políticos, mientras que un 41,4 % indica que son más idóneos para mandar en los negocios. Este índice refleja cómo las normas sociales pueden obstaculizar la igualdad de género en ámbitos como la política, el trabajo y la educación, entre otros. 

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    En este sentido, la especialista destaca que “cuando las mujeres llegan a los espacios y posiciones de poder en las organizaciones y en las estructuras sociales y gubernamentales, se enfrentan a una nociva cultura de desconfianza hacia las lideresas”. 

    “En la mayoría de las organizaciones las mujeres candidatas a ocupar posiciones de liderazgo tienden a ser evaluadas a partir de habilidades tales como tener capacidad de dirección y de decisión, atributos que, de modo inconsciente, se asocian automáticamente con los varones, pero no así con las mujeres. Además, a causa de esos mismos sesgos inconscientes, si una mujer muestra mucha decisión o confianza en sí misma, será juzgada negativamente. Existe todo un conjunto de factores que afectan de manera negativa las posibilidades de las mujeres de ocupar posiciones de liderazgo. En los casos en los que las mujeres logran acceder a ellos, con frecuencia trabajan bajo enorme presión y escrutinio, enfrentando reacciones negativas por considerarse que están actuando fuera de los arquetipos culturalmente esperados para las mujeres. Si son directas o asertivas, se las tilda de mandonas o agresivas. Si son cautas y reservadas, se las caracteriza como pasivas, indecisas e ineficientes. El resultado es una limitada franja de estilos, oportunidades y posiciones de liderazgo disponibles y aceptables para las mujeres”, explica Virginia. 

    Ante esta situación paradójica y de difícil escape, en la cual las mujeres “osan” participar en espacios de toma de decisión tradicionalmente asignados a los hombres, la especialista señala que las mujeres quedan entrampadas: “Si manifiestan asertividad, ambición, o cualquier otro rasgo estereotípicamente catalogado como masculino, se las tilda de mandonas y desagradables; si manifiestan un estilo de liderazgo más caracterizado por habilidades blandas, tales como la empatía, la escucha activa y la inteligencia interpersonal, se dirá que no reúnen las capacidades necesarias para liderar. y definitorias del liderazgo”. 

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    Si bien es indudable que a lo largo de estos años ha habido progresos hacia la igualdad entre hombres y mujeres, tampoco podemos dejar de alertar acerca de estas barreras “invisibles” a las que tantas mujeres se enfrentan diariamente para lograr romper con este pesado techo de cristal. Las diferencias de género siguen siendo un tema de sesgos inconsciente y prejuicios peligrosos que nos interpelan a todos/as por igual. 

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