viernes 3 mayo 2024
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    Amalia Ortuño: «Amo mi versión actual»

    La vida puso contra la pared a Amalia Ortuño, pero ella fue más fuerte y resiliente que las mismas circunstancias que la llevaron a replantear su vida. Hoy reconoce que no cambiaría nada de lo ha tenido que superar porque ahora es más fuerte, más disciplinada y ante todo mejor ser humano.

    Todo iba viento en popa en la vida de Amalia Ortuño, se entrenaba con ilusión para su primer full Ironman en triatlón y las cosas en sus otras facetas estaban bien, como ella siempre había querido y soñado. Sin embargo, el destino le tenía otros planes a Amalia, quien fue diagnosticada con un problema degenerativo en sus caderas, enfermedad de nacimiento que se diagnostica en la adultez joven. El mundo se le vino encima, se negaba a reconocer la situación que debía enfrentar y pasó dos años de su vida, como ella mismo lo recuerda, “en piloto automático”.

    La historia de esta diseñadora de interiores de 37 años es admirable porque después de la tormenta levantó vuelo como el Ave Fénix. Tras desvanecerse se levantó con toda su gloria para hoy poseer 10 títulos internacionales en CrossFit Adaptado: tres títulos de atleta más fit del mundo en los CrossFit Games, tres títulos de campeonato mundial en los WheelWOD Games, tres títulos de la segunda competencia más grande del mundo que se llama Wodapalooza y un título de campeonato europeo. Para este mes de septiembre competirá nuevamente en el campeonato europeo, donde espera ganar su segundo título de esta competencia.

    ¿Cuéntenos quién es Amalia Ortuño, la profesional y la deportista?

    Amalia en el ámbito profesional es diseñadora de interiores, tengo más de 10 años de trabajar en diseño. Obtuve una maestría en diseño de hoteles en Madrid, España. Actualmente trabajo más en proyectos comerciales y residenciales, pero también me gusta mucho la parte hotelera. Trabajo en mi propia empresa de diseño que se llama Amalia Ortuño Diseño Interno, ya lleva rato y ha ido super bien. Ya en la parte deportiva soy atleta de CrossFit adaptado, compito en silla de ruedas porque tengo una discapacidad en mi pierna izquierda; llevo cerca de 4 años compitiendo en esta disciplina. Ahora en setiembre toca ir a revalidar título al campeonato europeo y en diciembre ir a buscar el cuarto título de campeonato mundial.

    ¿Recuerda cuándo comenzó esa pasión por el deporte; aquellos primeros pasos en ballet, gimnasia, natación y más adelante en triatlón?

    El deporte es mi vida, mi vida sin deporte no sería. Mi mamá era profesora de ballet entonces yo desde muy pequeña iba con ella a la academia. Tengo dos hermanos hombres y al ser la única mujer iba con mi mamá para todo lado. A los dos años empecé a practicar ballet, siempre digo que aprendí primero a bailar que a caminar. Luego empecé gimnasia que me encantaba, ya un poquito más grande natación y atletismo, y después con el triatlón. Luego de la escuela y el colegio siempre a entrenar y los fines de semana a competir. Realmente lo que me gusta del deporte es la competencia, yo no hago deporte por salud (se ríe), yo hago deporte por competir, es lo que me gusta; me encanta esa adrenalina de la competencia.

    ¿Es el deporte lo que más le ha enseñado de esfuerzo, disciplina, constancia, compromiso, responsabilidad y principalmente resiliencia?

    Sí, totalmente. Como desde pequeña practicaba deporte mis papás siempre me enseñaron que para hacer deporte primero tenía que ser muy ordenada en la parte escolar para llevar todo bien. Cuando se tiene el tiempo tan ocupado uno se hace más ordenado y de hecho toda la vida fui muy buena estudiante. Estudiaba poco pero ponía mucha atención en clases, porque sabía que así podía tener más tiempo para entrenar. El deporte me ha enseñado a aprender a perder y a tener obstáculos en la vida; no tener siempre los resultados que uno quiere en el deporte me ha ayudado en la vida a saber que nada es fácil y que nada es lineal. El secreto en todo es trabajar duro y ser resiliente.

    En su vida todo iba viento en popa y a toda vela hasta sus 29 años cuando llega un diagnóstico de salud que cambió todo. ¿Nos podría contar de eso?

    Estaba entrenando triatlón para mi primer Ironman de distancia larga. Venía de hacer una maratón y comencé a tener un dolor en mi cadera izquierda. En principio creí que era una lesión propia de los deportes de endurance y traté de ignorarlo cerca de un año, hasta que llegó un punto de que me era imposible entrenar. Entonces empecé a ir a fisioterapia para que ayudarán con esa molestia, pero lejos de mejorar iba empeorando día a día, hasta que llegó el punto de que no me podía ni sentar del dolor. La fisioterapeuta me dijo que ya era hora de ir al doctor, quien me mandó a hacerme unas radiografías y al llevárselas me dijo que habían tres cosas que no les gustaban. De nuevo me mandó otra serie de exámenes que le dejé con su secretaria, quien me llamó al día siguiente para decirme que el doctor me quería ver; yo sin entender mucho de lo que estaba pasando. Fue cuando el doctor me indicó que yo tenía un problema de nacimiento que se diagnostica en la adultez joven, es un problema degenerativo en mis caderas.

    ¿Luego de recibir esa noticia qué pasó?

    Me tuvieron que hacer una cirugía de emergencia cinco días después de recibir el diagnóstico y en la operación sufrí la complicación de un daño neurológico en mi pierna izquierda. Y cuando estaba en la recuperación de esta cirugía me descubren el mismo problema en la cadera derecha, donde también me tuvieron que operar y se complicó un poco.

    Nos cuenta de una situación muy difícil, pero ¿qué fue lo más complicado de todo esto?

    Saliendo de la segunda cirugía la indicación médica fue “su vida deportiva se acabó”. Ahí se me vino el mundo encima, no entendía que estaba pasando y pues ahí empezó todo el proceso de comenzar a vivir algo distinto de lo que estaba acostumbrada.

    ¿Al recibir esa noticia de que el deporte no iba más qué sucedió en su vida?

    Cuando me dieron esa noticia me costó entenderlo, yo estaba en negación porque apenas tenía 29 años. Yo decía “no puede ser, todos mis amigos van a ir a hacer el Ironman y yo lo quiero hacer”. Entré en un proceso de depresión bastante fuerte, yo me cuestionaba de por qué esto me estaba pasando a mí. Me preguntaba todos los por qué, por qué, por qué. Yo le pedía al doctor que me dejara hacer deporte o que me mandará antidepresivos porque yo era demasiado activa y no podía estar así, pero él me decía que tenía que tener paciencia; y yo paciencia es lo menos que tengo (se ríe muchísimo). Se me cerraron muchísimas puertas y yo solo iba tratando de encontrar una nueva luz, sentía que todo se iba en una oscuridad y en los próximos dos años yo no sé realmente que fue lo que pasó. Solo recuerdo que seguí trabajando y que estaba casada en ese momento. Pero me preguntan de esos dos años y no sé qué fue lo que pasó. Estaba en piloto automático hasta que me dieron la oportunidad de practicar CrossFit, que fue cuando inició esta historia maravillosa que ha sido increíble; fue cuando encontré esa luz…

    ¿Podría decirse entonces que el deporte fue su salvavidas?

    Totalmente, totalmente (se emociona al recordarlo). El deporte no solo es salud física, sino también es salud emocional. Cuando uno comienza a practicar una disciplina deportiva, por más pequeño que sea el logro que se alcance, eso ayuda a motivarse y querer ir más allá. Todo esto empieza a crear sueños y metas, y un “por qué estoy haciendo esto”.

    Le voy a recordar una frase que es de sus preferidas porque a usted alguna vez se la dijeron y se quedó acompañándola para siempre: “La vida no es fácil princesa, ha llegado la hora de quitarse la corona y ponerse la armadura”.

    (Se ríe emocionada) El proceso de estos 7 años y un poquito más, desde que me dieron el diagnóstico, ha sido un sube y baja emocional. Ha sido mucho aprendizaje porque al ser un problema degenerativo tengo que ir adaptándome poco a poco de acuerdo a las necesidades que mi cuerpo va teniendo. Esa frase me la dijeron la primera vez cuando me mandaron la primera órtesis que tenía que usar en mi cadera izquierda, que es un aparato para dar estabilidad. No la quería usar porque pensaba sobre lo que iría a decir la gente, que se me iban a quedar viendo, etc, etc, y todo lo emocional que conlleva esto. Pero me dijeron esa frase y me gustó, me pareció muy poderosa.

    Usted en varias entrevistas ha mencionado que esto es lo mejor que le ha pasado en la vida. ¿Cuéntenos cómo llegó a asimilarlo de tal forma para pensarlo así ahora?

    Suena un poco irónico, porque como es que uno llega a pensar y sentir que con una discapacidad es lo mejor que le pudo pasar. Pero realmente el proceso que uno lleva y lo que uno aprende de verdad le cambia la vida para bien; uno se vuelve muy fuerte mentalmente y le agradece a la vida. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde y es donde uno empieza a agradecer. Uno se vuelve una persona luchadora, se saca la mejor versión que uno tiene. Esto no es fácil, pero la persona que soy hoy en día nunca lo hubiera logrado si no me hubiera pasado lo que me pasó. A mí me preguntan: ¿si usted pudiera quitarse la discapacidad para volver a como era antes, pero renunciar a todo lo que ha logrado en este momento, usted lo haría? Y siempre respondo que definitivamente no. Deportivamente he logrado más de lo que muchos deportistas pueden lograr en la vida. Bajo otras circunstancias, quizás, no hubiera alcanzado lo que tengo, porque me he hecho muy fuerte mentalmente. Ahora uno ve la vida de otra forma, empieza a ver las grandes oportunidades en las mínimas cosas que la vida me presenta, se rompen estereotipos y paradigmas, y siempre digo que si se puede. Mi versión actual yo la amo, la verdad es que me encanta.

    ¿Qué consejo le daría a esa persona que está pasando una etapa de su vida en la que el mundo se le vino encima de la noche a la mañana, pero donde las cosas no están acabadas ni se ha puesto todavía el punto final?

    Varias cosas. Primero que Dios nos pone las cosas a cada persona por algo, siempre nos va a tocar lo que podemos llevar. No es fácil entenderlo, en principio uno no entiende por qué está pasando esto, se dice uno mismo que no es justo, de que por qué me pasa esto a mí. A veces yo decía “Diosito ya no quiero ser más tu guerrera” (se ríe mucho). Siempre digo que el final de algo es el comienzo de algo nuevo. Todo pasa por tener una actitud positiva y así se puede alcanzar todo lo que uno quiere. No se puede dejar de luchar y cuando alguien nos diga que no, esa es la limitación de esa persona, no la nuestra. Nadie puede quitarnos los sueños por más difícil que se ponga en determinado momento.

    ¿Qué mensaje le da a ese estudiante, profesional, deportista o persona en general que tiene miedo de ir por sus más grandes sueños y objetivos en la vida?

    Si ese sueño u objetivo no nos asusta no es lo suficientemente grande e importante. Lo bueno asusta y todo cambio da miedo, porque es algo importante en la vida. Hay que tirarse y cuando la vida nos pone incómodos es momento de moverse para adelante, aplica en todo, en la parte personal, profesional, como estudiante, deportista, en lo que sea. Cuando uno siente miedo es porque algo bueno y grande viene. El miedo es una emoción y las emociones se controlan; ese miedo debe permitirme seguir y avanzar. Si no hay miedo no vale la pena.

    ¿Qué le dice a usted la palabra competitiva?

    Sacar mi mejor versión. Me dice que estoy compitiendo contra mí misma, mejorar, superarme y el resultado será algo secundario. Aunque el objetivo sea un campeonato mundial la tarea es sacar mi mejor versión.

    ¿Qué le viene a la mente cuando recuerda aquel lugar llamado Turrialba?

    (Se ríe mucho) Me recuerda mi infancia, una etapa demasiado linda de mi vida. Hasta los 8 años viví en Turrialba. Puedo decir que tuve una infancia perfecta entre fincas, salía a andar en bicicleta y simplemente me iba con mis amigos, quienes eran los hijos de las personas que trabajan con mi familia. Esta etapa me enseñó mucho del significado de la palabra humildad, algo que siempre he tratado de conservar. Aprendí que todos somos iguales sin importar que unos logren más que los otros.

    ¿Cuál es su definición sobre el arte de saber vivir la vida?

    Esto lo puedo decir así muy poéticamente… Creo que la vida es como el arte, uno debe saber escoger los colores y las oportunidades para desarrollar su proyecto de vida, y también saber cómo hacer las combinaciones perfectas que den con los resultados que uno quiere. La vida es igual a como cuando uno está pintando un cuadro… ir construyendo algo hasta lograrlo.

    ¿Hay algunas actividades a las que debe decirles “no” para ser una mejor deportista?

    Sí, definitivamente. El deporte no solamente es entrenar, hay que cuidar la alimentación, recuperación, descanso, sueño. Todo esto es igual de importante que entrenar. Sí salgo con mis amigos a cenar o a alguna fiesta, pero todo con moderación y teniendo muy presente que mi objetivo principal en esta parte de mi vida es la parte competitiva. 

    ¿En qué aspectos está basado su entrenamiento mental para ser mejor en todo lo que hace?

    Aprender a manejar las emociones es esencial. La mente es demasiado poderosa porque logra reproducir el trabajo físico que uno hace. Esto lo comprobé el año pasado cuando no pude entrenar por dos meses por una cuestión médica y venía el campeonato mundial, y a pura visualización y trabajo mental logré ganar ese campeonato mundial. Mi cabeza la he entrenado para enfrentar las diferentes situaciones que me toca vivir.

    ¿A quién admira en el mundo del deporte?

    Tengo dos, un hombre y una mujer. La mujer es la crossfitter australiana Tia-Clair Toomey, siete veces la atleta más fit del mundo, la admiro sobre todo por su parte mental. El hombre es “Black Mamba”, Kobe Bryant, igual por la mentalidad que tuvo. Para mí es más importante la parte mental que la física para lograr resultados.

    ¿Cuál es la relación que usted tiene con Dios?

    Soy fiel creyente de que hay un Ser Superior, un Dios. Él es mi apoyo siempre, aunque no voy a negar de que a veces he estado enojada con Él por las situaciones que me han pasado, le he reclamado de por qué me hace esto y de por qué me pone tantas pruebas, pero Dios también es el que me ha sacado de todas las pruebas. Todos los días agradezco a Dios y también lo hago antes de cada competencia, hago una pequeña oración y esto es un pilar fundamental en mi vida.

    ¿Su mayor meta por alcanzar en la vida está ubicada en el deporte o en su ámbito profesional?

    Se divide en dos. En la parte deportiva quiero seguir ganando competencias, pero esto no es para toda vida. Para el próximo año quiero competir en los CrossFit Games de manera presencial, que por primera vez nos van a abrir categoría. También quiero lograr acumular cinco campeonatos mundiales. Ya en la parte profesional de diseño mantener una empresa como la que tengo ahora y que sirva por muchos años para poder dar empleo a muchas personas. También quiero desarrollar la parte de llevar el deporte y lo que yo he logrado a más personas, no siendo entrenadora, sino empoderando a la gente y enseñando con el ejemplo, por así decirlo.

    ¿Quién es Amalia?



    Nombre completo: Amalia Ortuño Lizano.
    Cargo: Directora.

    Empresa: Amalia Ortuño Diseño Interno.

    Profesión: Diseñadora de interiores.
    Nacionalidad: Costarricense.

    Vive en: Santa Ana.
    Edad: 37 años.
    Familia: Mi mamá Dora Lizano y mi papá Felipe Ortuño. Tengo dos hermanos, un gemelo (Daniel) y un hermano mayor (Max).
    Mascota: Dos perritos, Matías de 16 años y Coco de 3 años.
    Comida preferida: Sushi.
    Deporte: CrossFit adaptado.
    Pasatiempos: Me gusta el cine, leer y salir con mis amigos a cenar.

    Prenda de ropa preferida: La ropa deportiva.
    Su lugar de ensueño:
    Suiza, no conozco, pero me encantaría ir.

    UN POCO DE ROCK

    Una frase para definirse: “Cuidado con lo que quieres porque lo conseguirás”, es mi lema de vida.

    Playa o montaña: Playa.

    Tipo de música preferida: Reggaetón, es lo que escucho para entrenar.

    Qué súper poder le gustaría tener: Cambiar vidas.

    ¿Cuál es la mejor lección que le ha dado la vida? No darse nunca por vencido.

    ¿A quién admira? A mi mamá Dora Lizano.

    Su principal fortaleza: Resiliencia.

    Una debilidad: No tengo paciencia.

    El día más feliz de su vida: Cuando gané mi primer campeonato mundial.

    Qué tal le va cantando en karaoke: No canto nada pero amo cantar. 

    Su persona favorita en el mundo: Mi papá Felipe Ortuño.

    Un miedo: Dejar de luchar.

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